Durante la adolescencia, los niños se convierten en adultos jóvenes. Experimentan impactantes cambios físicos, intelectuales y emocionales. Sin embargo, el camino hacia la edad adulta no es una progresión lineal. Los adolescentes no se van haciendo adultos de forma gradual y continua con el paso del tiempo, sino que más bien alternan entre actuar como adultos y actuar como niños. Al irse desarrollando, los adolescentes pasan gradualmente más tiempo comportándose como adultos y menos tiempo comportándose como niños.
Durante la adolescencia se desarrolla una percepción de quién es uno y se aprende a intimar con personas distintas de los miembros de la familia. Guiar a los adolescentes a través de este intrincado periodo de desarrollo es un auténtico reto para los padres. Ponerse en situaciones de riesgo (como implicarse, por ejemplo, en hechos violentos y abusar del alcohol) suele ser frecuente en los adolescentes y causa riesgos graves para su salud. Los comportamientos poco sanos como fumar o consumir drogas, que, posteriormente, a edades más avanzadas, suponen la posibilidad de sufrir graves problemas, también comienzan de forma característica en la adolescencia.
(Véase también Problemas en la adolescencia.)
Desarrollo intelectual y conductual en adolescentes
Al principio de la adolescencia, un niño empieza a desarrollar la facultad de pensamiento lógico y abstracto. Esta mayor complejidad lleva a un mejor autoconocimiento y a la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Debido a los notables cambios físicos de la adolescencia, esta conciencia de sí mismo a menudo se transforma en timidez, acompañada de una sensación de torpeza. El adolescente también está preocupado por su aspecto físico y por su encanto personal y es muy sensible hacia las diferencias con sus compañeros.
A mediados de la adolescencia, el peso en la toma de decisiones acerca de una carrera futura se va incrementando, y la mayoría de los adolescentes no tienen un objetivo claramente definido, aunque poco a poco se dan cuenta de sus áreas de interés y talento. Los padres deben ser conscientes de las capacidades del adolescente y ayudarle a establecer unas metas realistas. Los padres también deben estar preparados para identificar los obstáculos para el aprendizaje que requieren corrección, como, por ejemplo, poca capacidad para determinados aprendizajes, problemas de atención, problemas de conducta o entornos poco favorables para aprender.
El adolescente también aplica su nueva capacidad reflexiva para cuestionar aspectos morales. Los preadolescentes interpretan lo correcto y lo incorrecto como fijo y absoluto. Los adolescentes mayores a menudo cuestionan los patrones de comportamiento y rechazan las tradiciones con la consiguiente consternación de sus padres. Idealmente, este proceso de reflexión culmina en el desarrollo e interiorización de su propio código ético.
Muchos adolescentes empiezan a presentar comportamientos de riesgo, como la conducción rápida. Muchos adolescentes comienzan a experimentar sexualmente y algunos realizan prácticas sexuales de riesgo. Algunos de ellos se involucran en actividades ilegales, como el robo y el consumo de alcohol y drogas ilegales. Los expertos especulan que estos comportamientos se producen, en parte, porque los adolescentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades en lo que constituye su preparación para la emancipación. Estudios sobre el sistema nervioso también han demostrado que las partes del cerebro que inhiben los impulsos no están totalmente maduras hasta la edad adulta temprana.
Desarrollo emocional en adolescentes
Durante la adolescencia, las regiones del cerebro que controlan las emociones se desarrollan y maduran. Esta fase se caracteriza por estallidos aparentemente espontáneos que pueden constituir un reto para los padres y los maestros, que suelen llevar la peor parte. Los adolescentes aprenden gradualmente a suprimir pensamientos y acciones inapropiados y a reemplazarlos por conductas orientadas a objetivos concretos.
Un área de conflicto característica es el deseo normal del adolescente de disfrutar de más libertad, que choca con los instintos paternos de proteger a sus hijos de todo daño. Es habitual la frustración causada por tratar de crecer en muchas direcciones. La comunicación supone un reto a medida que padres y adolescentes renegocian su relación. Todos estos retos se acentúan cuando las familias hacen frente a otros problemas o cuando los padres tienen sus propias dificultades emocionales, ya que los adolescentes siguen necesitando, pese a todo, su tutela. Los médicos pueden ayudar a abrir líneas de comunicación ofreciendo a adolescentes y padres un consejo de apoyo sensato y práctico.
Desarrollo de la sexualidad y el género en los adolescentes
El inicio de la maduración sexual (pubertad) suele ir acompañado del interés por la anatomía sexual, lo que puede ser una fuente de ansiedad. A medida que los adolescentes maduran emocional y sexualmente, empiezan a participar en conductas sexuales. La masturbación es frecuente en las niñas y casi universal en los niños. La experimentación sexual con una pareja suele empezar con caricias o como masturbación mutua y progresar hasta el sexo oral, vaginal o anal. Al final de la adolescencia, la sexualidad evoluciona pasando de la experimentación a la expresión de la intimidad y del compartir.
Los médicos deben proporcionar asesoramiento adecuado sobre las prácticas sexuales seguras como parte de la atención sanitaria de rutina y han de evaluar a todos los adolescentes sexualmente activos respecto de las infecciones de transmisión sexual (ETS).
A medida que los adolescentes experimentan con su sexualidad, también se pueden comenzar a cuestionar su identidad sexual y su identidad de género.
El sexo suele referirse a la anatomía de la persona: masculina, femenina o no claramente masculina ni femenina (genitales ambiguos).
La orientación sexual se refiere al género por el cual una persona se siente sexualmente atraída, si es que la tiene. Existen muchas identidades sexuales diferentes, como la heterosexualidad (atracción por el sexo opuesto), la homosexualidad (atracción por el mismo sexo), la bisexualidad (atracción por ambos sexos) y la asexualidad (falta de atracción sexual por ambos sexos).
La identidad de género refleja cómo se ve la persona a sí misma, ya sean hombres, mujeres o alguna otra cosa (a veces llamada sexualidad periférica o genderqueer, genderfluid, no binario o agender), un punto intermedio, una combinación de hombre o mujer o ninguno de estos, o bien puede cambiar con frecuencia. Transgénero es cualquier identidad de género en donde las personas sienten que el sexo que se les asignó al nacer no coincide con su identidad de género.
La expresión de género es la manera en que las personas se presentan ante los demás en términos sexuales. Incluye la manera de vestir, hablar, peinarse; de hecho, todo lo que se dice y se hace y que es indicador de masculinidad o feminidad.
La identidad de género comienza a desarrollarse pronto, pero puede evolucionar con el tiempo. En algunos niños y adolescentes, el sexo que se les asignó al nacer no coincide con su identidad de género. Este desajuste puede causar una angustia considerable conocida como disforia de género. La disforia de género puede ser tratada con psicoterapia y a veces hormonas y cirugía.
Algunos adolescentes no están seguros de la orientación sexual. Pueden no estar seguros de lo que sienten, aunque es frecuente que los adolescentes se sientan atraídos o tengan pensamientos sexuales sobre personas del mismo sexo y personas del sexo opuesto. Sin embargo, muchos adolescentes que exploran las relaciones homosexuales o bisexuales en última instancia no siguen interesados en las relaciones entre personas del mismo sexo, mientras que otros nunca desarrollan interés en las relaciones con el sexo opuesto.
La homosexualidad, la bisexualidad y la asexualidad son variaciones normales de la sexualidad humana. Los adolescentes que tienen un fuerte sentido de su identidad homosexual o bisexual pueden "salir del armario" con sus amigos cercanos o familiares.
Algunos adolescentes pueden enfrentarse a desafíos a medida que se desarrollan sus identidades sexuales y de género. Pueden temer que su identidad sexual o su identidad de género no sea aceptada por sus familiares o compañeros. Esta presión (especialmente durante una etapa en la que la aceptación social es críticamente importante) causa un estrés muy intenso. El miedo al rechazo de sus padres, a veces real, los lleva a mantener una comunicación poco sincera o incompleta con ellos. Estos adolescentes también reciben a veces provocaciones y amenazas de sus compañeros. Las amenazas de violencia física han de tomarse en serio y deben ser comunicadas a los responsables de la escuela u otras autoridades. La mejor ayuda para el desarrollo emocional de estos adolescentes, es el apoyo de los amigos y de los miembros de la familia.
Pocos elementos de la experiencia humana combinan aspectos físicos, intelectuales y emocionales tan a fondo como la sexualidad y todos los sentimientos que la acompañan. Ayudar a los adolescentes a situar la sexualidad y la identidad de género en un contexto saludable es extremadamente importante. Los padres deben compartir abiertamente con sus hijos adolescentes sus valores y expectativas siendo receptivos y solidarios a medida que se desarrollen las identidades sexuales y de género de sus hijos.