Los linfangiomas son protuberancias que se forman bajo la piel debido a una acumulación de vasos linfáticos dilatados; los vasos linfáticos son conductos que transportan la linfa (un líquido claro relacionado con la sangre) por todo el cuerpo.
(Véase también Introducción a las protuberancias cutáneas e Introducción a crecimientos y malformaciones de los vasos.)
Los linfangiomas son poco frecuentes, pero por lo general aparecen entre el nacimiento y los 2 años de edad. Pueden ser abultamientos diminutos o crecimientos grandes deformantes.
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No pican ni duelen y no son una forma de cáncer. La mayoría de linfangiomas tienen una coloración amarillenta, aunque algunos son rojizos o púrpuras. Cuando se lesionan o punzan, liberan un líquido incoloro o teñido de sangre.
Los médicos basan el diagnóstico de los linfangiomas en una exploración física y en los resultados obtenidos de la resonancia magnética nuclear (RMN).
No suele ser necesario tratar los linfangiomas. En general, no se extirpan mediante intervención quirúrgica ya que vuelven a crecer de forma profunda y amplia bajo la superficie y suelen reaparecer.