La rehabilitación pretende facilitar la recuperación tras una pérdida de la función y reducir el dolor. La pérdida de la función puede deberse a fractura, amputación, accidente cerebrovascular u otro trastorno neurológico, lesión cerebral traumática, lesión deportiva y/o alteraciones musculoesqueléticas debidas a enfermedades como artritis, lesión de la médula espinal, deterioro cardíaco o pulmonar, dolor crónico o desacondicionamiento prolongado (p. ej., después de algunos trastornos y procedimientos quirúrgicos). La rehabilitación puede involucrar
Asesoramiento psicológico
Servicios sociales
Manejo farmacológico (p. ej., medicamentos orales o inyecciones para el manejo de la espasticidad en los músculos y los nervios)
Manejo del dolor (p. ej., tratamiento farmacológico, otras modalidades)
Para algunos pacientes, el objetivo es la recuperación completa con la totalidad de la función, sin restricciones; para otros, es la recuperación de la capacidad para hacer tantas actividades de la vida cotidiana como sea posible. Los resultados de la rehabilitación dependen de la naturaleza de la pérdida y la motivación del paciente. El progreso puede ser lento en pacientes mayores, con lesiones graves o con mal estado genetal de salud y en aquellos que carecen de fuerza muscular. La falta de motivación, los trastornos del estado de ánimo coexistentes, la falta de apoyo social y los factores socioeconómicos también pueden contribuir a un progreso más lento.
La rehabilitación puede comenzar en un hospital de cuidados agudos. Los hospitales o unidades de rehabilitación suelen ofrecer una atención más extensa e intensiva; deben ser considerados para los pacientes que tienen buen potencial de recuperación y pueden participar en una terapia enérgica y tolerarla (en general, ≥ 3 h/día). Muchas residencias cuentan con programas menos intensivos (en general, 1 a 3 h/día, hasta 5 días/semana) que duran más tiempo y por lo tanto se adaptan mejor a los pacientes menos capaces de tolerar la terapia (p. ej., los pacientes débiles o los ancianos). Programas de rehabilitación menos variados y menos frecuentes pueden ofrecerse en los ámbitos ambulatorios o en el hogar y son adecuados para muchos pacientes. Sin embargo, la rehabilitación ambulatoria puede ser relativamente intensiva (varias horas al día hasta 5 días/semana). Los servicios de fisioterapia domiciliaria pueden estar indicados en pacientes estables con deficiencias graves que no pueden asistir a las sesiones de tratamiento en un centro debido a la ubicación o la falta de transporte. La terapia en el hogar a menudo se usa después del reemplazo de rodilla, en pacientes con disfunción ambulatoria después de una caída, o si un paciente está confinado a su hogar debido a una enfermedad crónica.
Es mejor un abordaje interdisciplinario porque la discapacidad puede conducir a diversos problemas (p. ej., depresión, falta de motivación para recuperar la función perdida, problemas económicos). Así, los pacientes pueden requerir intervención psicológica y ayuda de trabajadores sociales o profesionales de salud mental. Asimismo, los miembros de la familia pueden necesitar ayuda para aprender cómo adaptarse a la discapacidad del paciente y cómo ayudarlo.
Derivación
Para iniciar la terapia de rehabilitación formal, el médico debe hacer una derivación o prescripción a un fisiatra, un terapeuta o un centro de rehabilitación. Esta derivación debe establecer el diagnóstico y el objetivo de la terapia. El diagnóstico puede ser específico (p. ej., después de un accidente cerebrovascular izquierdo, las deficiencias residuales del lado derecho en los miembros superiores e inferiores) o funcional (p. ej., debilidad generalizada debida al reposo en cama). Los objetivos deben ser lo más específicos posible (p. ej., entrenamiento para utilizar una prótesis, maximizar la fuerza muscular general y la resistencia global). Aunque a veces se aceptan instrucciones vagas (p. ej., fisioterapia para evaluar y tratar), no se adaptan al mejor interés de los pacientes y pueden ser rechazadas con una solicitud para obtener instrucciones más específicas. Los médicos no familiarizados con las derivaciones escritas para la rehabilitación pueden consultar a un fisiatra. Las precauciones relevantes, como las limitaciones en la frecuencia cardíaca en pacientes con enfermedad cardiopulmonar, las restricciones en el soporte de peso en pacientes con fracturas o baja densidad ósea, o modificaciones específicas en pacientes con riesgo de caídas, pueden ayudar a guiar los planes de tratamiento que instituyen los terapeutas.
Objetivos de la terapia
La evaluación inicial establece objetivos para restablecer la movilidad y las funciones necesarias para realizar las actividades de la vida cotidiana, que incluyen el cuidado personal (p. ej., asearse, bañarse, vestirse, alimentarse, ir al baño), cocinar, limpiar, comprar, controlar los fármacos, manejo de las finanzas, utilizar el teléfono y viajar. El médico que realiza la derivación y el equipo de rehabilitación determinan qué actividades son alcanzables y cuáles son esenciales para la independencia del paciente. Una vez que se maximiza la función de estas actividades, se agregan objetivos que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida.
Los pacientes mejoran a diferentes ritmos. Algunos ciclos de terapia duran sólo algunas semanas; otros son más extensos. Algunos pacientes que han completado la terapia inicial necesitan una adicional.
Cuestiones relacionadas con el paciente y el cuidador
La instrucción del paciente y el cuidador es una parte importante del proceso de rehabilitación, sobre todo después de que se le da de alta al paciente y se reincorpora a la comunidad. Se les enseña a los pacientes cómo mantener las funciones recién recuperadas y cómo reducir el riesgo de accidentes (p. ej., caídas, cortes, quemaduras) y discapacidades secundarias. A los familiares se les enseña cómo ayudar al paciente a ser tan independiente como sea posible, de modo que no lo sobreprotejan (que conduce a la disminución de estado funcional y a la mayor dependencia) o desatiendan las necesidades primarias del paciente (que conduce a sentimientos de rechazo, que pueden causar depresión o interferir con el funcionamiento físico).
El apoyo emocional de sus familiares, cuidadores, y amigos es esencial. Puede adoptar muchas formas. El apoyo espiritual y el asesoramiento brindado por pares o asesores religiosos pueden ser indispensables para algunos pacientes.
Rehabilitación geriátrica
Los trastornos que requieren rehabilitación (p. ej., accidente cerebrovascular, infarto de miocardio, fractura de cadera, amputación) son frecuentes entre los pacientes de edad avanzada. Es muy probable que en estos casos el desacondicionamiento se presente ya antes de la aparición del problema grave que requiere rehabilitación.
Los ancianos, aun cuando tengan deterioro cognitivo, pueden beneficiarse con la rehabilitación. La edad por sí sola no es una razón para retrasar o negar la rehabilitación. Sin embargo, los ancianos pueden recuperarse lentamente debido a una menor capacidad para adaptarse a un entorno cambiante, como
Inactividad física
Falta de resistencia
Disminución de la fuerza muscular, movilidad articular, coordinación o agilidad
Trastorno del equilibrio
Se prefieren los programas diseñados en forma específica para pacientes mayores porque estos a menudo tienen objetivos diferentes y necesitan distintos tipos de atención que los pacientes más jóvenes. En programas separados por edad, es menos probable que los pacientes ancianos comparen su progreso con el de los pacientes más jóvenes y se desalienten, y pueden integrarse más fácilmente los aspectos del trabajo social posteriores al alta. Algunos programas están diseñados para situaciones clínicas específicas (p. ej., recuperación de la cirugía de fractura de cadera); los pacientes con enfermedades similares pueden trabajar juntos hacia metas comunes, alentándose entre sí y reforzando el entrenamiento de la rehabilitación.