La hiperémesis gravídica se caracteriza por la aparición de náuseas muy intensas y vómitos excesivos durante el embarazo.
Las mujeres que sufren hiperemesis gravídica pierden peso y se deshidratan, a diferencia de las mujeres con náuseas matutinas normales.
Los médicos diagnostican la hiperémesis gravídica basándose en los síntomas y realizan pruebas para detectar deshidratación y otras posibles causas del vómito.
Al principio, el tratamiento consiste en no administrar nada por la boca, administrar líquidos que contengan electrólitos y vitaminas por vía intravenosa y medicamentos para aliviar las náuseas y, en raras ocasiones, administración de toda la comida por vía intravenosa.
(Véase también Náuseas y vómitos en el primer trimestre del embarazo.)
El embarazo provoca con frecuencia náuseas y vómitos. Por lo general, ocurren por la mañana (por eso se denominan náuseas matutinas), aunque pueden ocurrir a cualquier hora del día. Este tipo de náuseas y vómitos suelen comenzar alrededor de las 5 semanas de embarazo y empeoran a las 9 semanas. Desaparece al cabo de unas 16 a 18 semanas.
La hiperémesis gravídica se diferencia de las náuseas matutinas típicas. Si las mujeres vomitan a menudo y tienen náuseas hasta el punto de perder peso y llegar a deshidratarse, están sufriendo de hiperémesis gravídica. Si se vomita de forma ocasional pero ganan peso y no se deshidratan, no se padece hiperemesis gravídica.
No se conoce la causa del trastorno.
Síntomas de la hiperémesis gravídica
Es posible que las mujeres con hiperémesis gravídea no consuman suficientes alimentos para proporcionar energía al organismo. Por ello, este descompone las grasas, lo que resulta en una acumulación de productos de desecho (cetonas) llamada cetosis. La cetosis puede causar fatiga, mal aliento, mareos y otros síntomas.
A menudo, cuando se padece hiperemesis gravídica, la deshidratación es tan grave que el equilibrio electrolítico, necesario para que el cuerpo funcione con normalidad, se encuentra alterado. La deshidratación también puede causar otros problemas, como una frecuencia cardíaca rápida (taquicardia), una hipotensión arterial y, en raras ocasiones, ritmos cardíacos anormales (arritmias).
La hiperémesis gravídea puede provocar que la glándula tiroidea se vuelva ligeramente hiperactiva (ilamado hipertiroidismo) de forma temporal.
En raras ocasiones, la hiperémesis gravídica continúa después de las 16 a 18 semanas del embarazo. Si lo hace, puede ocurrir lo siguiente:
El hígado puede estar gravemente dañado, causando ictericia y degradación del tejido hepático. Si el daño hepático o la deshidratación son graves, las mujeres pueden sentirse confundidas.
Puede aparecer encefalopatía de Wernicke, que causa confusión, somnolencia, problemas oculares y pérdida del equilibrio.
El esófago puede romperse.
Diagnóstico de hiperémesis gravídica
A veces, mediciones regulares del peso
Análisis de sangre y orina
El médico pregunta a las mujeres acerca de los vómitos:
Momento de inicio
¿Cuánto tiempo duran?
Cuántas veces ocurren al día
Qué los alivia o empeora
Qué aspecto tienen
Cuánta cantidad de vómito hay
Los médicos sospechan hiperemesis gravídica basándose en los síntomas. La medición regular del peso de la mujer puede ayudar a apoyar el diagnóstico de hiperémesis gravídica. Si los médicos sospechan este trastorno, realizan análisis de sangre y orina para determinar si existe deshidratación y comprobar si se dan las anomalías en los electrólitos que puede provocar la deshidratación.
La ecografía se realiza para determinar si las mujeres tienen una mola hidatiforme (un trastorno que al principio parece un embarazo) o más de un feto (parto múltiple). Cualquiera de estas afecciones favorece los vómitos.
Pueden hacerse más pruebas para descartar otras posibles causas de los vómitos.
Tratamiento de la hiperémesis gravídica
Al principio, nada por vía oral (por boca)
Sueros por vía intravenosa
Medicamentos para aliviar las náuseas
En raras ocasiones, alimentación intravenosa
Si se confirma la hiperémesis del embarazo, al principio no se permite a la mujer tomar nada por vía oral; en su lugar, se le administran líquidos por vía intravenosa. Dichos líquidos por lo general contienen azúcar (glucosa), electrólitos o vitaminas, según sea necesario. Si el vómito es intenso y persiste, se hospitaliza a la mujer y se le continúan administrando líquidos que contengan cualquier suplemento que sea necesario. También se le prescriben medicamentos para aliviar las náuseas (antieméticos) por boca, mediante inyección o mediante supositorios.
Cuando la mujer ha sido debidamente rehidratada y los vómitos han cesado, se le dan a beber líquidos. Si tolera los líquidos, puede comenzar a comer pequeñas y frecuentes porciones de alimentos suaves. Se aumenta la cantidad de las porciones si puede tolerar cantidades mayores cantidades de alimento. Si no puede beber líquidos, puede ser necesaria la administración de líquidos por vía intravenosa en el hospital o en casa durante un período de tiempo más largo.
Si los síntomas recurren, se repite el tratamiento.
Con muy poca frecuencia, si la pérdida de peso continúa y los síntomas persisten a pesar del tratamiento, se pueden administrar corticoesteroides (como metilprednisolona) durante un breve periodo de tiempo. Sin embargo, rara vez se usan antes de las 8 semanas de embarazo porque pueden causar defectos congénitos.
Si el vómito continúa a pesar del tratamiento y causa pérdida de peso continua, ictericia y ritmo cardíaco materno anómalo, la vida de la madre puede encontrarse en peligro. En tales casos, terminar el embarazo puede ser una opción. Las mujeres pueden discutir esta opción con su médico.