Fibrosis del hígado

PorTae Hoon Lee, MD, Icahn School of Medicine at Mount Sinai
Revisado/Modificado ene 2024
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La fibrosis es la formación de una cantidad excesivamente grande de tejido cicatricial en el hígado. Se produce cuando el hígado intenta reparar y reemplazar las células dañadas.

  • Muchos trastornos pueden causar daño hepático.

  • La fibrosis en sí no causa síntomas, pero la cicatrización grave puede dar lugar a una cirrosis, que sí puede causar síntomas.

  • El diagnóstico de la fibrosis y la estimación de su gravedad se pueden establecer a menudo a partir de los resultados de análisis de sangre y pruebas de diagnóstico por la imagen, aunque a veces es necesaria una biopsia hepática.

  • Cuando es posible, el tratamiento se orienta a corregir el trastorno subyacente.

La fibrosis y la cirrosis no son trastornos específicos. Sino que son el resultado de otras causas de daño hepático.

La fibrosis se desarrolla cuando el hígado sufre un daño de forma repetida o continua. Después de un único episodio de lesión, incluso si es grave (como en la hepatitis aguda), el hígado suele repararse a sí mismo mediante la formación de nuevas células hepáticas y su unión a la red de tejido conectivo (estructura interna) que queda cuando mueren las células hepáticas. Sin embargo, si la lesión se repite o es continua (como ocurre en la hepatitis crónica), las células hepáticas intentan reparar el daño, pero los intentos dan lugar a tejido cicatricial (fibrosis). La fibrosis aparece más rápidamente cuando su causa es una obstrucción de las vías biliares.

Este tejido reemplaza las células del hígado y, a diferencia de estas, no realiza ninguna función. El tejido cicatricial puede distorsionar la estructura interna del hígado y alterar la circulación sanguínea hacia el hígado y en su interior, lo que limita la irrigación sanguínea a las células hepáticas. Sin la sangre suficiente, estas células mueren y se forma más tejido cicatricial. Además, la presión sanguínea en la vena que transporta la sangre desde los intestinos hacia el hígado (vena portal) aumenta; dicho trastorno se denomina hipertensión portal.

A veces la fibrosis se puede revertir si se identifica la causa rápidamente y se corrige. Sin embargo, después de meses o años de daños repetidos o continuos, la fibrosis se convierte en generalizada y permanente. El tejido cicatricial puede formar bandas en todo el hígado, destruyendo su estructura interna y alterando su capacidad de regeneración y de funcionamiento. Esta cicatrización grave se denomina cirrosis.

Causas de la fibrosis hepática

Diversos trastornos y fármacos/sustancias pueden dañar el hígado de forma repetida o continua y, por lo tanto, causar fibrosis (véase la tabla Algunas enfermedades y fármacos que pueden causar fibrosis hepática).

Las causas más comunes en los Estados Unidos son

La enfermedad hepática esteatótica asociada a la disfunción metabólica (EHDM) por lo general se presenta en personas que tienen exceso de peso corporal, diabetes o prediabetes y/o concentraciones elevadas de grasas (lípidos) y colesterol en la sangre. Esta combinación de factores de riesgo para la enfermedad del hígado graso (esteatótico) a menudo se conoce como síndrome metabólico. En los últimos años, el síndrome metabólico que conduce a una enfermedad hepática esteatótica asociada a la disfunción metabólica (EHDM) se ha vuelto cada vez más frecuente en Estados Unidos. A nivel mundial, la hepatitis B (véase la tabla Virus de la hepatitis) vírica es una causa frecuente. Algunas veces no se conoce la causa de la fibrosis.

Tabla
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Síntomas de la fibrosis hepática

La fibrosis por sí misma no causa síntomas. Los síntomas pueden ser debidos al trastorno que causa la fibrosis. Además, si la fibrosis progresa, se puede desarrollar cirrosis. La cirrosis puede provocar complicaciones (como hipertensión portal) que causan síntomas.

Diagnóstico de la fibrosis hepática

  • Evaluación médica

  • En ocasiones, análisis de sangre, pruebas de diagnóstico por la imagen, o ambos tipos de pruebas

  • En ocasiones, biopsia hepática

Los médicos sospechan fibrosis cuando la persona sufre un trastorno o toma un medicamento que podría causar fibrosis o cuando los análisis de sangre rutinarios para valorar el hígado indican que está dañado o que no funciona correctamente. En este caso se realizan pruebas para confirmar el diagnóstico y, si se confirma la presencia de fibrosis, se realizan pruebas para determinar su gravedad. Estas pruebas pueden consistir en pruebas de diagnóstico por la imagen, análisis de sangre, biopsia hepática y en ocasiones pruebas de imagen específicas para determinar el nivel de rigidez del hígado.

Las pruebas de diagnóstico por la imagen, como la ecografía, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética nuclear (RMN), no permiten detectar la fibrosis cuando es incipiente o moderadamente avanzada. Sin embargo, estas pruebas pueden mostrar anomalías que pueden acompañar a la cirrosis y la hipertensión portal (como un agrandamiento del bazo o varices).

Ciertas combinaciones de los análisis de sangre permiten distinguir entre 2 niveles de fibrosis:

  • Ausente o leve

  • Moderada a grave

La gravedad de la fibrosis ayuda a indicar el pronóstico en personas afectadas por hepatitis vírica crónica.

La biopsia hepática es la forma más segura de detectar y determinar el grado de desarrollo de la fibrosis e identificar el trastorno que la provoca. A menudo se realiza una biopsia para confirmar el diagnóstico, identificar la causa de la enfermedad hepática, determinar el nivel de fibrosis o la presencia de cirrosis, así como para evaluar la respuesta al tratamiento. La biopsia hepática es invasiva y puede causar complicaciones, por lo que los médicos pueden indicar en primer lugar análisis de sangre y pruebas de diagnóstico por la imagen para determinar el nivel de fibrosis y luego decidir sobre la necesidad de una biopsia hepática. Los médicos cada vez confían más en ciertas pruebas de diagnóstico por la imagen no invasivas especializadas, como alternativa a la biopsia.

Se pueden llevar a cabo pruebas de diagnóstico por la imagen especializadas para determinar la rigidez del hígado. Cuanto más rígido esté el tejido hepático, más grave puede ser la fibrosis. Estas pruebas (elastografía de transición [fibroscan], elastografía por resonancia magnética y técnica ecográfica de radiación acústica de la fuerza de impulso [ARFI], por sus siglas en inglés) utilizan ondas sonoras aplicadas en el abdomen para determinar la rigidez del tejido hepático. A diferencia de la biopsia hepática, estas pruebas no son invasivas y por tanto son preferibles a la biopsia.

La elastografía de transición y la elastografía por resonancia magnética se utilizan en personas con diversos trastornos hepáticos para diagnosticar y estadificar la fibrosis. Además, estas pruebas se utilizan para evaluar la cantidad de grasa hepática en personas con enfermedad del hígado graso. La ecografía convencional puede ser poco fiable porque los resultados dependen de la habilidad de la persona que realiza el procedimiento. Por el contrario, estas pruebas de diagnóstico por la imagen especializadas informan su medida en cifras, lo que permite una evaluación objetiva.

Las combinaciones de análisis de sangre y pruebas de diagnóstico por la imagen, algunas de ellas altamente especializadas, pueden mejorar la capacidad del médico para evaluar con precisión el grado de fibrosis.

Tratamiento de la fibrosis hepática

Los médicos se centran en el tratamiento de la causa, lo que a menudo detiene o ralentiza la formación de más cicatrices en el hígado y en ocasiones se traduce en una mejora. Este tratamiento puede incluir

Ningún fármaco disponible detiene la formación de tejido cicatricial de manera efectiva e inocua. Sin embargo, se están estudiando actualmente otros fármacos que pueden reducir la fibrosis. La silimarina, presente en el cardo mariano, o el café pueden ayudar a proteger el hígado contra la fibrosis, pero no se dispone de suficientes datos científicos para recomendarlos como tratamiento.

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