La carencia de hierro es una causa frecuente de anemia, un trastorno en el que el número de glóbulos rojos es bajo.
La carencia de hierro suele ser el resultado de la pérdida de sangre en los adultos (incluido el sangrado menstrual), pero, en los niños y en las mujeres embarazadas, puede deberse a una alimentación inadecuada.
La aparición de un cuadro de anemia provoca palidez y sensación de debilidad y cansancio.
El diagnóstico se basa en los síntomas y en los resultados de los análisis de sangre.
Se busca el origen del sangrado y, si se identifica, se aplica el tratamiento correspondiente.
Con frecuencia suele ser necesario tomar suplementos de hierro por vía oral.
(Véase también Introducción a los minerales.)
La carencia de hierro es la deficiencia mineral más frecuente en el mundo. Causa anemia en hombres, mujeres y niños.
Casi todo el hierro del organismo se encuentra en la hemoglobina. La hemoglobina es el componente de los glóbulos rojos (eritrocitos) que permite transportar el oxígeno y distribuirlo a los tejidos del organismo. Además, el hierro es un componente importante de las células musculares y es necesario en la formación de muchas enzimas en el cuerpo.
El organismo recicla el hierro: cuando los glóbulos rojos mueren, el hierro presente en ellos vuelve a la médula ósea para ser reutilizado en la formación de nuevos glóbulos rojos. Cada día se pierde una pequeña cantidad de hierro, principalmente en las células que se desprenden de la mucosa intestinal. Esta cantidad suele reemplazarse a diario por 1 o 2 miligramos de hierro que se absorben de los alimentos. Las mujeres pierden más hierro en el sangrado menstrual y, en ocasiones, la cantidad que se pierde no se puede reemplazar totalmente con el hierro que se absorbe de los alimentos.
Los alimentos contienen dos tipos de hierro:
Hierro hemo: los productos de origen animal contienen hierro hemo. Se absorbe mucho mejor que el hierro no hemo.
Hierro no hemo: la mayoría de los alimentos y de los suplementos de hierro contienen hierro no hemo. Representa más del 85% del hierro presente en la alimentación habitual. Sin embargo, el organismo absorbe menos del 20% de este tipo de hierro. Se absorbe mejor cuando se consume junto con proteínas animales y con vitamina C.
Causas del déficit de hierro
En adultos, la deficiencia de hierro suele estar causada por
Pérdida de sangre
En las mujeres premenopáusicas, puede atribuirse al sangrado menstrual. En las mujeres posmenopáusicas y en los hombres, la carencia de este mineral indica una hemorragia, muy a menudo en el tubo digestivo, por ejemplo, por una úlcera hemorrágica o por un pólipo en el colon. La hemorragia crónica debida a cáncer de colon es una causa grave en personas de mediana edad y de edad avanzada.
Los trastornos que interfieren en la absorción intestinal (trastornos de malabsorción), como la celiaquía, también pueden causar carencia de hierro. En los adultos, la carencia de hierro puede ser el primer signo de enfermedad celíaca.
Esta deficiencia puede ser el resultado de una alimentación inadecuada, sobre todo en bebés y en niños, que necesitan más hierro porque están en fase de crecimiento. Las niñas adolescentes en proceso de crecimiento y que comienzan a menstruar corren el riesgo de presentar carencia de hierro si no comen carne.
Las embarazadas también corren este riesgo, ya que el crecimiento del feto requiere grandes cantidades de hierro.
La deficiencia de hierro y la anemia por deficiencia de hierro son comunes entre los corredores de élite y los atletas de triatlón. A las personas sometidas a hemodiálisis para la insuficiencia renal se les controla de forma sistemática la carencia de hierro y pueden requerir la inyección de hierro en una vena (vía intravenosa).
Síntomas de la carencia de hierro
Cuando se agotan las reservas de hierro de que dispone el organismo, se produce anemia por carencia de hierro. La anemia causa palidez, debilidad y cansancio. Las personas afectadas no se suelen dar cuenta de su palidez porque se produce de modo gradual. La concentración y la capacidad de aprendizaje pueden verse perjudicadas. En los casos graves, la anemia puede causar dificultad respiratoria, mareo y taquicardia. En ocasiones, la anemia grave puede causar o empeorar el dolor torácico (angina) y la insuficiencia cardíaca. Los periodos menstruales pueden cesar.
Además, la carencia de hierro puede causar pica (apetencia de objetos que no son comestibles, por ejemplo, hielo, tierra o almidón puro), coiloniquia (uñas finas y en forma de cuchara) y el síndrome de las piernas inquietas (una necesidad imperiosa de mover las piernas al sentarse o acostarse).
En contadas ocasiones, la carencia de este mineral origina una fina membrana que crece atravesando parte del esófago y causa dificultades para tragar.
Diagnóstico de la carencia de hierro
Análisis de sangre
En ciertas ocasiones, exploración de la médula ósea
El diagnóstico de la carencia de hierro se basa en los síntomas y en los resultados de los análisis de sangre. Si los resultados incluyen una concentración baja de hemoglobina (que contiene hierro), un número bajo de hematócrito (el porcentaje de volumen de sangre que corresponde a glóbulos rojos) y un número bajo de glóbulos rojos. Estos resultados indican anemia. No obstante, es necesario disponer de más información para distinguir entre una anemia ferropénica y otras causas de anemia, que reciben un tratamiento muy diferente. En la anemia ferropénica, los glóbulos rojos (eritrocitos) son extremadamente pequeños.
En los análisis de sangre también se pueden medir lo siguiente:
Transferrina: es la proteína que transporta el hierro en la sangre cuando este no se encuentra dentro de los glóbulos rojos. Si el porcentaje de hierro en la transferrina es inferior al 10%, es probable que exista carencia de hierro.
Ferritina: es una proteína que almacena hierro. La carencia de hierro se confirma si la concentración de ferritina es baja.
Sin embargo, la concentración puede ser normal o incluso alta a pesar de presentar un déficit de hierro si se sufre algún proceso inflamatorio, una infección, cáncer o daño hepático.
A veces, es necesario realizar un mielograma para confirmar el diagnóstico. Se extrae una muestra de células de la médula ósea, por lo general de la cadera, con una aguja y se examina al microscopio para determinar su contenido en hierro.
Tratamiento de la carencia de hierro
Control de la hemorragia
Suplementos de hierro por vía oral
En escasas ocasiones, hierro administrado por medio de inyecciones
Dado que la causa más frecuente de la carencia de hierro en los adultos es un exceso de sangrado, primero se intentan detectar posibles hemorragias. Si corresponde a un sangrado menstrual excesivo, puede ser necesario administrar fármacos, como los anticonceptivos orales (píldoras anticonceptivas). Del mismo modo, para tratar una úlcera hemorrágica o para resecar un pólipo en el colon, se requiere a veces una intervención quirúrgica. Si la anemia es grave, incluso será necesaria una transfusión de sangre.
La ingesta diaria habitual de hierro no siempre es suficiente para reemplazar al hierro perdido (porque el organismo absorbe menos del 20% del hierro procedente de la alimentación). Por eso, en la mayoría de los casos de carencia férrica es necesario tomar suplementos de hierro por vía oral, por lo general, 1 o 2 veces al día. El hierro de los suplementos se absorbe mejor cuando se toma con el estómago vacío, 30 minutos antes de las comidas o 2 horas después, sobre todo, si la comida incluye alimentos que reducen la absorción del hierro, como las fibras vegetales, los fitatos (incluidos el pan integral, el salvado, los frijoles o alubias, la soja y los frutos secos), el café y el té. Desafortunadamente, tomar suplementos de hierro con el estómago vacío puede causar indigestión y estreñimiento. Por eso, en ocasiones deben ingerirse con la comida. Los antiácidos y los suplementos de calcio también reducen la absorción de hierro. El consumo de vitamina C, en zumos o en suplementos, mejora la absorción de hierro, así como comer pequeñas cantidades de carne, que contiene la forma de hierro más fácil de asimilar (hierro hemo). Los complementos de hierro pueden hacer que las heces se vuelvan negras, un efecto secundario inofensivo.
En escasas ocasiones, el hierro se administra por medio de inyecciones, especialmente si no se toleran los comprimidos o si el tubo digestivo no puede absorber suficiente hierro.
Corregir una anemia ferropénica requiere entre varias semanas y unos 2 meses, incluso después de que la hemorragia haya cesado. Una vez corregida, deben tomarse suplementos de hierro durante un periodo de 6 meses hasta reponer las reservas del organismo. Deben realizarse análisis de sangre de forma periódica para determinar si la persona afectada recibe suficiente hierro y para detectar posibles hemorragias.
Ni las mujeres que no estén menstruando ni los hombres deben tomar suplementos de hierro ni complejos vitamínicos si no los receta un médico. Tomar estos suplementos dificulta el diagnóstico de hemorragia intestinal, que puede deberse a trastornos graves, como el cáncer de colon.
Dado que el feto en desarrollo requiere hierro, se recomiendan suplementos de hierro a casi todas las mujeres embarazadas. La mayoría de los bebés, sobre todo los prematuros o los que tienen un peso bajo al nacer, necesitan suplementos de hierro. Se administra en la leche maternizada enriquecida con hierro, o, para los lactantes, como un suplemento líquido separado.