A un recién nacido se le suele realizar una exploración clínica exhaustiva por parte de un profesional de la salud dentro de las primeras 24 horas de vida.
La exploración empieza con una serie de mediciones, que incluyen el peso, la talla y el perímetro cefálico. El peso medio al nacer es de 7 libras (3,2 kilogramos) y la talla media es de 20 pulgadas (51 centímetros), aunque hay un amplio intervalo considerado normal. El médico examina la piel del bebé, la cabeza y el cuello, el corazón y los pulmones, el abdomen y los genitales, y evalúa el sistema nervioso y los reflejos del recién nacido. Los médicos también hacen pruebas de cribado sistemático para detectar problemas que no pueden ver durante la exploración física.
Piel
El médico también examina la piel y valora su color. La piel suele ser rojiza, aunque los dedos de las manos y de los pies suelen presentar un matiz azulado debido a la escasa circulación de sangre durante las primeras horas. A veces aparecen pequeñas manchas de color rojizo-púrpura (llamadas petequias) en partes del cuerpo que fueron presionadas con fuerza durante el parto. Sin embargo, la presencia de petequias en todo el cuerpo puede ser signo de un trastorno y requiere valoración médica. A menudo aparecen sequedad y descamación de la piel en cuestión de días, especialmente en los pliegues de la muñeca y el tobillo.
Muchos recién nacidos desarrollan una erupción alrededor de 24 horas después del nacimiento. Esta erupción, llamada eritema tóxico, consiste en manchas rojas planas y por lo general una especie de grano en el centro. Es inofensiva y desaparece al cabo de 7 a 14 días.
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Cabeza y cuello
(Véase también Defectos congénitos de la cara, los huesos, las articulaciones y los músculos.)
La cabeza, la cara y el cuello del recién nacido son examinados por un profesional de la salud para detectar cualquier anomalía. Algunas de las anomalías ocurren durante el parto. Otras anomalías pueden tener su origen en una malformación congénita.
Después de un parto normal con presentación cefálica, la cabeza del bebé puede estar deformada durante varios días (puede aparecer en forma de cono o plana en algunos lados). Los huesos que forman el cráneo se superponen y esto permite que la cabeza se comprima para facilitar el parto. Es frecuente algo de inflamación y contusión del cuero cabelludo. A veces la hemorragia de uno de los huesos del cráneo y de su capa más externa produce una pequeña protuberancia en la cabeza que desaparece al cabo de pocos meses (denominada cefalohematoma).
Cuando el bebé nace de nalgas (presentación de nalgas) o los genitales o los pies salen primero, la cabeza no suele deformarse; sin embargo, puede haber en este caso inflamación y contusiones en las nalgas, los genitales o los pies. Cuando el bebé se presenta de nalgas, los médicos suelen recomendar una cesárea (parto quirúrgico de un bebé a través de una incisión en el abdomen y en el útero de la madre), en lugar de un parto vaginal, para minimizar el riesgo de lesiones al bebé durante el parto.
La presión durante el parto vaginal puede causar hematomas en la cara del recién nacido. Además, la compresión sufrida en el canal del parto hace que inicialmente la cara parezca asimétrica. Rara vez, esta asimetría se produce cuando uno de los nervios que inerva los músculos de la cara se lesiona durante el parto. En las siguientes semanas el recién nacido suele recuperarse de forma gradual.
El parto también puede causar hemorragias subconjuntivales en los ojos del recién nacido (vasos sanguíneos de la superficie ocular rotos). Estas hemorragias son frecuentes y no necesitan tratamiento, desapareciendo por lo general en menos de 2 semanas.
El médico examina las orejas y evalúa si están bien formadas y situadas donde corresponde. Por ejemplo, unas orejas de implantación baja o mal formadas pueden indicar que el recién nacido sufre un trastorno genético y/o pérdida de audición.
También se examina la boca para detectar posibles problemas. En raras ocasiones, los recién nacidos nacen con dientes, que pueden necesitar ser eliminados, o un labio leporino o un paladar hendido. Los médicos comprueban si el recién nacido tiene un épulis (un tumor no canceroso en las encías), ya que estos crecimientos pueden causar problemas de alimentación y pueden obstruir las vías respiratorias.
Se explora el cuello en búsqueda de inflamación, bultos, retorcimientos o espasmos.
Corazón y pulmones
(Véase también Defectos cardíacos congénitos.)
Se utiliza un estetoscopio para escuchar el corazón y los pulmones a fin de detectar cualquier anomalía. Los ruidos cardíacos o pulmonares anormales pueden deberse a un soplo cardíaco o a una congestión pulmonar.
Se examina el color de la piel del recién nacido. Una tonalidad azul de la cara y el torso puede ser un signo de cardiopatía congénita o enfermedad pulmonar.
Se controlan la frecuencia y la intensidad del pulso. Se observa la respiración del recién nacido y se cuenta el número de respiraciones por minuto. Los ruidos y/o aleteos de las fosas nasales al respirar o el hecho de respirar demasiado rápido o demasiado lentamente pueden ser signos de problemas.
Abdomen y genitales
(Véase también Defectos congénitos del tracto digestivo y Defectos congénitos de las vías urinarias y los genitales.)
Se examina la forma general del abdomen y se comprueba el tamaño, la forma y la posición de los órganos internos, como los riñones, el hígado y el bazo. Un aumento en el tamaño de los riñones puede indicar un bloqueo del flujo urinario.
Se examinan los genitales para asegurarse de que la uretra (el tubo a través del cual pasa la orina desde la vejiga durante la micción) está abierta y en la ubicación adecuada. Se comprueban los genitales para ver si son claramente masculinos o femeninos. En el varón, los testículos deben estar situados en el escroto. En la niña, los labios son prominentes debido a la exposición a las hormonas de la madre y se mantienen inflamados durante las primeras semanas. Las secreciones vaginales del bebé que contienen sangre y moco son normales. Con muy poca frecuencia, un recién nacido tiene genitales que no son claramente masculinos o femeninos (genitales ambiguos) y es necesaria una evaluación adicional.
Se examina el ano para asegurarse de que la abertura está ubicada de forma normal y no se cierra herméticamente.
Sistema nervioso
(Véase también Defectos congénitos del cerebro y de la médula espinal.)
Se observa el nivel de alerta, el tono muscular y la capacidad de mover los brazos y las piernas por igual del recién nacido. Un movimiento desigual podría ser un signo de una anomalía nerviosa (como una parálisis del nervio).
Los reflejos de un recién nacido se evalúan mediante diversas maniobras. Los reflejos más importantes del recién nacido son el reflejo de Moro y los reflejos de búsqueda y succión.
Músculos y huesos
(Véase también Defectos congénitos de la cara, los huesos, las articulaciones y los músculos.)
Se examina la flexibilidad y la movilidad de los brazos, las piernas y las caderas del recién nacido para ver si se ha dislocado una cadera o se ha roto algún hueso durante el parto (la clavícula es el hueso que más frecuentemente puede romperse durante el parto y por lo general se cura por completo al cabo de unas pocas semanas). Se revisan todas las extremidades y articulaciones para detectar extremidades no formadas o ausentes.
Se examina la columna vertebral para detectar malformaciones o deformidades (tales como la espina bífida).