Viajes y problemas médicos específicos

PorChristopher Sanford, MD, MPH, DTM&H, University of Washington
Revisado/Modificado sept 2024
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Quienes tienen problemas médicos específicos se enfrentan a dificultades especiales durante el viaje.

Cardiopatías y viajes

Si una persona con angina, insuficiencia cardíaca o algunos trastornos del ritmo cardíaco tiene síntomas en reposo o con un mínimo esfuerzo, no debe viajar. Si una persona ha sufrido recientemente un infarto de miocardio, se le recomienda posponer el viaje durante un periodo variable de tiempo, según la gravedad del infarto. Debe preguntarle a su médico si tiene que esperar y, si es así, durante cuánto tiempo. Las personas con una angina de pecho grave o que haya empeorado deben evitar volar. En este caso, sus síntomas pueden agravarse porque en la cabina de los aviones que vuelan a gran altura hay menos oxígeno.

Los viajeros con alguna enfermedad cardíaca deben llevar una copia de un electrocardiograma (ECG) reciente. Los que llevan marcapasos, desfibriladores implantables o endoprótesis coronarias (stents) deben llevar consigo una tarjeta o un informe médico que documente la presencia, el tipo, la localización y las características electrónicas del dispositivo implantado. Un dispositivo de metal implantado puede hacer disparar una alarma cuando se pasa por un control electrónico de seguridad. Los dispositivos electrónicos de seguridad no afectan, por lo general, a los desfibriladores implantables, pero se aconseja que estos viajeros no permanezcan de pie dentro de los detectores de metales más de 15 segundos. Los detectores manuales de metales también son seguros para personas con desfibriladores, pero debe evitarse su contacto prolongado, como el que se produce al colocar el detector sobre el desfibrilador durante más de 5 segundos.

La principales líneas áreas proporcionan comidas con bajo contenido de sodio y de grasa en sus vuelos si se les avisa con antelación. Si se notifica con anticipación, muchas líneas de crucero también proporcionan estas comidas.

A grandes altitudes, los síntomas de ciertas enfermedades de corazón y pulmón, y la anemia de células falciformes pueden empeorar debido a la menor cantidad de oxígeno disponible. Los viajeros con estos trastornos, incluida la apnea del sueño, deben evitar beber alcohol antes de los vuelos y durante los mismos; el alcohol puede aumentar los efectos de las concentraciones más bajas de oxígeno.

¿Sabías que...?

  • A grandes altitudes, los síntomas de ciertas enfermedades de corazón y pulmón, y la anemia de células falciformes pueden empeorar debido a la menor cantidad de oxígeno disponible.

Enfermedad pulmonar y viajes

Los viajeros con quistes pulmonares, enfisema grave, una gran acumulación de líquido alrededor de los pulmones (derrame pleural), colapso pulmonar reciente (neumotórax), o cirugía reciente de tórax pueden presentar complicaciones debidas a los cambios de presión del avión. No deben volar sin la aprobación de su médico.

Otros viajeros con enfermedades pulmonares pueden necesitar oxígeno suplementario durante el vuelo. El médico determinará las necesidades de oxígeno durante el vuelo, en función de la concentración de oxígeno en sangre. Un nivel bajo de oxígeno en sangre se llama hipoxemia. Los viajeros deben ponerse en contacto con su compañía aérea para obtener instrucciones específicas sobre el servicio de oxígeno. Muchas líneas aéreas no proporcionan servicio de oxígeno. En los vuelos se permiten concentradores de oxígeno portátiles, así como los dispositivos CPAP (por las siglas en inglés de Presión positiva continua en las vías respiratorias).

Los viajes por tierra a grandes altitudes pueden suponer problemas especiales, porque hay menos oxígeno disponible que a nivel del mar (véase Mal de altura). Por lo general, quienes tienen problemas pulmonares leves o moderados no sufren ninguna dificultad a alturas inferiores a 1500 m, pero cuanto mayor es la altitud mayor es la probabilidad de sufrirlas. Las personas con problemas pulmonares que viajen a estas zonas o que pasen por ellas, deben tomar las mismas precauciones que adoptarían si fueran a volar.

Los viajes en autobús, tren, automóvil y barco son seguros para personas con enfermedades pulmonares, aunque requieren planificación para asegurar el suministro de oxígeno. Los servicios comerciales pueden coordinar el suministro de oxígeno para viajeros en cualquier parte del mundo.

Las personas que padecen asma, enfisema o bronquitis pueden notar que sus síntomas empeoran en las ciudades donde la contaminación del aire es importante. En ese caso, necesitarán tratamientos adicionales con sus inhaladores o más fármacos, como corticoesteroides, para controlar adecuadamente los síntomas. Fumar puede hacer que la hipoxemia leve empeore y se debe evitar antes de volar. Los efectos del alcohol pueden aumentar por la hipoxia y el cansancio y, por lo tanto, es mejor evitarlo durante el viaje.

Diabetes y viajes

Durante los viajes, los niveles de azúcar en sangre se controlan mejor realizando pruebas frecuentes y ajustando el consumo de alimentos y las dosis del fármaco. Los viajeros con diabetes deben llevar suplementos de azúcar (glucosa) en su equipaje de mano, o llevar zumos, galletas y frutas para cuando sus niveles de azúcar en sangre sean bajos. En general, la programación de las dosis de insulina debe basarse en el tiempo transcurrido durante el viaje en lugar de en la hora local. Además, si el plan de viaje sufre cambios de horario de más de unas horas, los diabéticos, sobre todo los que se inyectan insulina, deben consultar con su médico para programar mejor la administración de la medicación. La insulina se conserva sin refrigeración durante varios días, pero debe evitarse su exposición a temperaturas elevadas.

La mayoría de las principales líneas aéreas suministran comidas especiales para diabéticos si se notifica con 24 horas de antelación. También es importante tomar medidas para prevenir la deshidratación durante el vuelo.

¿Sabías que...?

  • Para evitar la hipoglucemia, cuando un diabético está de viaje, sus concentraciones óptimas de azúcar en sangre deben ser ligeramente superiores a cuando no viaja.

Las glucemias deben controlarse frecuentemente a la llegada, ya que, a menudo, las actividades y la dieta difieren de las que se realizan en casa. Dado que controlar los niveles de azúcar en sangre con precisión es más difícil cuando se está de viaje, los niveles suelen variar más de lo habitual. De hecho, intentar mantener los niveles de azúcar muy próximos a lo normal puede producir que esos niveles desciendan demasiado (hipoglucemia). Por esta razón, los niveles de azúcar en sangre deben ser algo más elevados de lo ideal cuando se está de viaje. Los viajeros diabéticos deben seguir dietas establecidas, evitar la tentación de probar nuevos alimentos y de comer con mayor frecuencia o fuera de lo programado. Deben llevar calcetines y zapatos cómodos, comprobar el estado de sus pies a diario y evitar caminar descalzos para prevenir pequeñas lesiones, que aun siendo de poca importancia, podrían infectarse o tardar en curar.

Embarazo y viajes

El embarazo no suele verse afectado por los viajes en avión. Sin embargo, las embarazadas que se encuentran cercanas a la última etapa de embarazo (más de 36 semanas de gestación) y las que tienen riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro, o desprendimiento de placenta deben evitar volar y viajar a grandes distancias. La mayor parte de las líneas aéreas tienen sus propias normas de viaje para embarazadas y estas normas deben verificarse antes de adquirir los billetes. Por ejemplo, una aerolínea puede requerir que una mujer en su noveno mes de embarazo que quiera volar lleve una carta de aprobación de un médico escrita dentro de las 72 horas anteriores a la fecha de salida que haga constar la fecha prevista del parto. Las embarazadas que viajan grandes distancias deben tomar precauciones para reducir el riesgo de formación de coágulos de sangre (como levantarse con frecuencia cuando viajan en avión o parar para realizar paseos cortos cuando lo hacen en automóvil) y deben evitar la deshidratación. Los cinturones de seguridad se deben ajustar por debajo del abdomen y de un lado a otro de las caderas, para evitar posibles lesiones al feto.

Las mujeres embarazadas deben evitar las vacunas con gérmenes vivos, incluidas las de la fiebre amarilla, el sarampión, las paperas, la rubéola, la varicela y la fiebre tifoidea por vía oral (véase la tabla Vacunas para viajes internacionales).

Las embarazadas deben evitar el uso prolongado de tabletas para potabilizar el agua que contengan yodo, ya que el yodo puede afectar al desarrollo de la glándula tiroidea del feto.

Las embarazadas que no puedan posponer un viaje a regiones del mundo donde el paludismo (malaria) es frecuente, deben sopesar los riesgos de tomar fármacos profilácticos, cuyos efectos sobre el embarazo no son bien conocidos, frente al riesgo de viajar sin una protección adecuada. Las mujeres embarazadas deben considerar posponer los viajes a zonas donde la malaria sea habitual, ya que esta enfermedad presenta mayores probabilidades de ser grave y potencialmente mortal en una mujer embarazada que en una que no lo esté, incluso con la utilización de fármacos preventivos.

Las embarazadas también tienen riesgo de contraer la hepatitis E, una infección vírica del hígado poco común en países desarrollados, pero frecuente en Asia, Oriente Medio, norte de África y México. Esta hepatitis puede provocar aborto espontáneo, insuficiencia hepática o muerte. No existe tratamiento, por lo que se recomienda posponer los viajes a regiones donde la hepatitis E es frecuente. Las mujeres que no pueden posponer los viajes deben cuidar con mucha atención el lavado de manos y seguir las directrices acerca de los alimentos seguros (véase Gastroenteritis, Prevención).

Las mujeres embarazadas no deben viajar a zonas con riesgo de infección por Zika.

Otros trastornos

Los viajes y vuelos también afectan a otras enfermedades, como por ejemplo

  • Anemia de células falciformes (anemia drepanocítica o drepanocitosis)

  • Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)

  • Colostomía

  • Uso de lentes de contacto

  • Trastornos de la salud mental

  • Discapacidades físicas

  • Problemas de mandíbula

Algunos viajeros con anemia de células falciformes (drepanocitosis) corren el riesgo de sufrir dolor (crisis de drepanocitosis) cuando se exponen a los niveles bajos de humedad y oxígeno de las cabinas de avión. Este riesgo puede minimizarse con una hidratación adecuada y oxígeno.

Los fármacos empleados en el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o sida pueden interaccionar con medicamentos que toman los viajeros internacionales de manera habitual para prevenir la malaria y la diarrea del viajero. Por lo tanto, los viajeros afectados deben analizar el riesgo de tales interacciones con su médico y farmacéutico.

Las personas con una colostomía deben llevar una bolsa grande o bolsas adicionales, ya que la salida de contenido fecal puede aumentar con la expansión del gas intestinal durante el vuelo. Dado que los gases se expanden en vuelo, debe utilizarse agua en lugar de aire en los dispositivos que lleven globos o estructuras protectoras infladas con aire, como por ejemplo las sondas de alimentación y las sondas vesicales.

Quienes usen lentes de contacto pueden optar por usar gafas durante el viaje, o bien humedecer las lentes de contacto con lágrimas artificiales con relativa frecuencia y así compensar la escasa humedad en la cabina del avión. Las lágrimas artificiales también son útiles para la sequedad de los ojos. En general, es una buena idea llevar unas gafas o lentes de repuesto por si resulta necesario sustituirlas, así como llevar pilas de repuesto para audífonos.

Los viajeros con trastornos mentales graves, como una esquizofrenia mal controlada, pueden suponer un riesgo para sí mismos o para otras personas, y deben estar acompañados por un asistente que se responsabilice de ellos. También es recomendable el uso de fármacos sedantes.

La mayor parte de las compañías aéreas proporcionan sillas de ruedas y camillas a los viajeros discapacitados en los vuelos comerciales. Algunas líneas aéreas están acondicionadas para aceptar a personas que necesitan equipos especiales, como catéteres intravenosos y respiradores mecánicos, siempre y cuando estén acompañadas por personal capacitado y se hayan hecho todos los preparativos pertinentes con antelación. Si los viajeros no pueden alojarse en un vuelo comercial debido a una enfermedad grave, es necesario el servicio de ambulancia aérea.

A las personas que se hayan sometido a una intervención en el maxilar y tengan la mandíbula fijada con alambres (cerclaje), no deben volar a menos que tengan una manera de abrir los alambres rápidamente. Si se producen vómitos podrían atragantarse o inhalar el vómito.

Se pueden obtener consejos generales para realizar viajes con diversos trastornos de

  • Los departamentos médicos de las principales líneas aéreas

  • Fuentes de información de viajes por internet

  • Clínicas locales para viajeros

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.

  1. Centers for Disease Control and Prevention: Travelers' Health

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