Cirrosis del higado

PorTae Hoon Lee, MD, Icahn School of Medicine at Mount Sinai
Revisado/Modificado ene 2024
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Datos clave

La cirrosis es la deformación global de la estructura interna del hígado que tiene lugar cuando una gran cantidad de tejido hepático normal es sustituido de forma permanente por tejido cicatricial no funcional. El tejido cicatricial se desarrolla cuando el hígado está dañado de forma repetida o continua. La cirrosis se consideraba irreversible, pero actualmente parece ser reversible en algunos casos.

  • Las causas más frecuentes de la cirrosis son un consumo de alcohol excesivo y crónico, hepatitis vírica crónica y esteatohepatitis relacionada con disfunción metabólica (EHDM), anteriormente conocida como esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) (hígado graso no debido al consumo de alcohol).

  • Los síntomas, cuando aparecen, incluyen falta de apetito, pérdida de peso, fatiga y malestar general.

  • Pueden tener lugar muchas complicaciones graves, como acumulación de líquido dentro del abdomen (ascitis), hemorragia en el tubo digestivo y deterioro del funcionamiento del cerebro.

  • El diagnóstico se basa en los síntomas, los resultados de la exploración clínica, análisis de sangre, pruebas de diagnóstico por la imagen y, en algunas ocasiones, una biopsia.

  • Los médicos tratan las complicaciones, pero el daño debido a la cirrosis es por lo general permanente.

  • Las personas con cirrosis están en riesgo de desarrollar cáncer de hígado, por lo que se realizan ecografías (y, en caso necesario, una resonancia magnética nuclear [RMN] o una tomografía computarizada [TC]) y análisis de sangre con regularidad para detectar un posible cáncer.

La cirrosis es una causa de muerte frecuente en todo el mundo y fue la 16a causa principal de muerte en todo el mundo en 2019.

Diversos trastornos, fármacos y toxinas pueden dañar el hígado. Si el daño es súbito (agudo) y limitado, el hígado normalmente se regenera creando por sí mismo nuevas células hepáticas y uniéndolas a la red de tejido conjuntivo (estructura interna) que queda cuando las células hepáticas se destruyen. Si la persona consigue sobrevivir el tiempo suficiente, puede producirse la reparación y recuperación completa. Sin embargo, cuando el daño es repetido, los intentos del hígado para reemplazar y reparar el tejido dañado conducen a una cicatrización (fibrosis hepática). El tejido de la cicatriz no realiza ninguna función. Cuando la cirrosis está extendida y es grave, el tejido cicatricial forma bandas en todo el hígado, destruyendo su estructura interna y alterando su capacidad de regeneración y de funcionamiento. Esta cicatrización grave se denomina cirrosis.

Como la función hepática se deteriora, el hígado es menos capaz de

  • Degradar y eliminar fármacos, toxinas y sustancias de desecho producidas en el organismo

  • Procesar la bilis

  • Producir proteínas que ayuden a la coagulación de la sangre (factores de coagulación)

  • Producir albúmina, (una proteína que ayuda a evitar que el fluido se escape fuera de los vasos sanguíneos)

El hígado procesa muchas drogas y sustancias, toxinas y productos de desecho del cuerpo. Las descompone en sustancias que son menos dañinas para el cuerpo y/o más fáciles de eliminar. El hígado elimina las sustancias mediante su excreción en la bilis (un líquido digestivo amarillo verdoso que producen las células del hígado). Cuando el hígado es menos capaz de procesar estas sustancias, se acumulan en el torrente sanguíneo. Como resultado, se incrementan los efectos de muchos fármacos y toxinas, incluyendo los efectos secundarios, a veces graves. Estos efectos secundarios se pueden desarrollar incluso cuando la persona está tomando una dosis que previamente tomaba sin efectos adversos. Es posible que los medicamentos deban suspenderse o usarse en dosis más bajas y con mayor cautela. Algunos ejemplos incluyen opiáceos y algunos medicamentos utilizados para tratar la ansiedad o el insomnio.

La bilirrubina es un importante producto de desecho del cuerpo que el hígado procesa y elimina. Si el hígado no puede procesar la bilirrubina con la rapidez suficiente, esta se acumula en la sangre y se deposita en la piel. El resultado es la aparición de ictericia (una coloración amarillenta de los ojos y la piel).

En el interior del hígado, la bilis se desplaza por unos pequeños canales (vías biliares) que se unen para formar conductos más grandes. Estos grandes conductos salen finalmente del hígado y se conectan a la vesícula biliar (que almacena la bilis) o al intestino delgado. La bilis facilita la absorción de las grasas en el intestino y transporta toxinas y productos de desecho hacia este, de manera que puedan ser excretados en las heces. Cuando el tejido cicatricial obstruye el flujo de bilis a través de las vías biliares, las grasas, incluyendo las vitaminas liposolubles (A, D, E y K), no se absorben tan bien. Además, se eliminan del cuerpo menos toxinas y productos de desecho.

Normalmente, una gran parte de la bilis (sales biliares) se reabsorbe en el torrente sanguíneo desde el intestino y vuelve a circular hacia el hígado. El hígado extrae las sales biliares y las reutiliza. Sin embargo, en la cirrosis, el hígado no extrae las sales biliares con normalidad. Como resultado, el hígado no puede producir tanta bilis, lo que afecta a la digestión y a la eliminación de toxinas y productos de desecho y la absorción de grasas y vitaminas liposolubles.

Además de interferir con la función hepática, el tejido cicatricial también puede obstruir el flujo de sangre hacia el interior del hígado a través de la vena porta (que transporta la sangre desde los intestinos hasta el hígado). El bloqueo conlleva un aumento de la presión sanguínea en la vena porta (hipertensión portal). La hipertensión portal conduce a la hipertensión en las venas conectadas a la vena porta, incluyendo las venas del estómago, el esófago, el bazo y el recto.

A medida que avanza la cicatrización, el tamaño del hígado disminuye y se vuelve más rígido.

¿Sabías que...?

  • La cirrosis puede hacer que la piel y los ojos se vuelvan amarillos.

Causas de la cirrosis

En los Estados Unidos y en la mayoría de los países desarrollados, las causas más frecuentes de cirrosis son

La esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (EHDM) suele ocurrir en personas con sobrepeso, personas con diabetes o prediabetes y/o personas con colesterol elevado.

Cualquier trastorno, droga, sustancia o toxina que provoca fibrosis (véase tablea Algunas enfermedades y fármacos que pueden causar fibrosis del hígado) puede provocar cirrosis. Algunas de las causas específicas son: ciertos trastornos metabólicos hereditarios, como la sobrecarga de hierro (hemocromatosis) sobrecarga de cobre (enfermedad de Wilson), y el déficit de la proteína alfa-1 antitripsina, y trastornos que dañan las vías biliares, como la colangitis biliar primaria y la colangitis esclerosante primaria.

En muchas partes de Asia y África, la cirrosis a menudo es consecuencia de

Síntomas de la cirrosis

Muchas personas con cirrosis no tienen síntomas y aparentemente están bien durante años. Alrededor de un tercio nunca desarrollan síntomas.

Otras sienten cansancio y malestar general, tienen poco apetito y pierden peso:

  • Las puntas de los dedos de las manos aumentan de tamaño (un síndrome denominado dedos en palillo de tambor).

  • Puede desarrollarse ictericia, que hace que la piel y el blanco de los ojos se vuelvan amarillos y que la orina tenga un color oscuro similar al de las bebidas de cola.

  • Cuando las grasas y las vitaminas liposolubles no se absorben adecuadamente, las heces pueden ser de color claro, blandas, voluminosas y de aspecto aceitoso, e inusualmente malolientes (lo que se denomina esteatorrea).

Muchas personas están desnutridas y pierden peso porque han perdido el apetito y porque las grasas y las vitaminas se absorben mal. La persona pueden presentar una erupción de color púrpura rojizo con pequeños puntos o manchas más grandes, causadas por el sangrado de pequeños vasos sanguíneos de la piel.

Si la función del hígado se ha deteriorado durante mucho tiempo, la persona puede sentir picor por todo el cuerpo.

Si la cirrosis está causada por el abuso crónico de alcohol o si la persona sufre un trastorno hepático crónico se pueden desarrollar otros síntomas:

  • Pérdida de masa muscular (atrofia).

  • Enrojecimiento de las palmas de las manos (eritrosis palmar).

  • Acortamiento de los tendones de la mano, que provoca que los dedos se retraigan (llamada contractura de Dupuytren).

  • Aparición de pequeñas venas en forma de araña (arañas vasculares) en la piel.

  • Aumento de las glándulas salivares de las mejillas.

  • Disfunción de los nervios situados fuera del encéfalo y de la médula espinal (nervios periféricos), denominada neuropatía periférica.

  • Los hombres pueden presentar un aumento de las mamas (ginecomastia) y disminución de los testículos (atrofia testicular), porque el hígado dañado no puede descomponer los estrógenos (hormonas femeninas) como suele hacer en condiciones normales. Además disminuye el vello de las axilas.

Complicaciones de la cirrosis

La cirrosis avanzada puede causar problemas adicionales.

Hipertensión portal

La hipertensión portal (presión arterial alta en la vena porta) es una complicación grave. Cuando la hipertensión hace que la sangre vuelva a las venas conectadas a la vena porta, estas venas pueden aumentar de tamaño y retorcerse (se llaman venas varicosas). Pueden desarrollarse venas varicosas en el extremo inferior del esófago (varices esofágicas), en el estómago (varices gástricas) o en el recto (varices rectales). Las venas varicosas son frágiles y propensas a la hemorragia. Si las varices esofágicas o gástricas sangran, los pacientes vomitan grandes cantidades de sangre (véase Hemorragia gastrointestinal). Si la hemorragia es lenta y se prolonga durante mucho tiempo, puede causar anemia. Si la hemorragia es rápida y más grave, puede acabar en choque (shock) y muerte.

Hipertensión portopulmonar

La hipertensión portal puede causar hipertensión arterial en las arterias de los pulmones (lo que se denomina hipertensión portopulmonar). Este problema puede causar síntomas de insuficiencia cardiaca, como dificultad para respirar, sobre todo cuando la persona está acostada, y cansancio.

Ascitis

La hipertensión portal, junto con la alteración de la función hepática, da lugar a la acumulación de líquido en el abdomen (ascitis). Como resultado, el abdomen se hincha y la persona se puede sentir oprimida. Además, el líquido en el abdomen se puede infectar (lo que se denomina peritonitis bacteriana espontánea).

Mala absorción de grasas y vitaminas

Con el tiempo, la mala absorción de las grasas, particularmente de las vitaminas solubles en grasa, puede conducir a varios problemas. Por ejemplo, si la vitamina D no se absorbe de forma adecuada puede producirse osteoporosis. Cuando la vitamina K (que facilita la coagulación de la sangre) no se absorbe bien, la persona puede sangrar con mayor facilidad.

Irregularidades de la coagulación

La cirrosis provoca otros problemas que pueden afectar a la coagulación de la sangre (trastorno de la coagulación sanguínea). Algunos problemas hacen que la persona sea más propensa a sangrar. Por ejemplo, el bazo puede aumentar de tamaño. El bazo agrandado puede atrapar glóbulos sanguíneos y plaquetas (trombocitos). Por lo tanto, en el torrente sanguíneo hay un menor número de plaquetas (que favorecen la coagulación sanguínea). Además, el hígado dañado tiene menor capacidad de producir las proteínas que contribuyen a la coagulación sanguínea (factores de coagulación).

Sin embargo, algunos problemas hepáticos facilitan la formación de coágulos. Por ejemplo, el hígado dañado es menos capaz de producir las sustancias que impiden que la sangre se coagule demasiado. Por lo tanto, se pueden formar coágulos de sangre, especialmente en los vasos sanguíneos que entran en el hígado (vena porta o vena esplénica).

Mayor riesgo de infección

El número de linfocitos (glóbulos blancos) se puede reducir (lo que se denomina leucopenia), porque el bazo, de mayor tamaño, los atrapa. Cuando el número de glóbulos blancos es bajo y la síntesis de proteínas hepáticas que combaten las infecciones se reduce, la probabilidad de que se produzca una infección aumenta.

Insuficiencia renal

La insuficiencia hepática, con el tiempo, puede conducir a una insuficiencia renal; dicho trastorno se conoce como síndrome hepatorrenal. En este síndrome, el cuerpo produce y excreta menos orina, lo que se traduce en una acumulación de sustancias tóxicas en la sangre. Con el tiempo, las personas con síndrome hepatorrenal tienen dificultad para respirar. Este problema renal puede ser lo bastante grave como para requerir diálisis.

Deterioro de la funcionalidad del cerebro

La insuficiencia hepática también puede causar un deterioro del funcionamiento del cerebro (llamado encefalopatía hepática) porque el hígado dañado ya no puede eliminar las sustancias tóxicas de la sangre. Estas sustancias tóxicas luego viajan a través del torrente sanguíneo y afectan el cerebro.

Cáncer de hígado

Las personas con cirrosis pueden desarrollar cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular, o hepatoma). Una vez aparece la cirrosis se requiere la monitorización del cáncer de hígado, también llamada vigilancia (evaluación periódica), porque la detección precoz del cáncer de hígado hace posible el tratamiento curativo.

Tabla
Tabla

Diagnóstico de la cirrosis

  • Análisis de sangre, incluyendo pruebas de función hepática

  • A veces, pruebas de diagnóstico por la imagen (por ejemplo, ecografía)

  • En ocasiones, biopsia hepática

Los médicos generalmente sospechan cirrosis basándose en los síntomas de la persona afectada y en los resultados de la exploración clínica, así como en los antecedentes de factores de riesgo para la cirrosis, como el consumo crónico de alcohol. A menudo, durante la exploración física, el médico detecta problemas que normalmente son consecuencia de la cirrosis, como un aumento de tamaño del bazo, hinchazón abdominal (indicador de ascitis), ictericia o una erupción que indica hemorragia cutánea. Los médicos suelen llevar a cabo pruebas para detectar otros trastornos que pueden causar síntomas similares.

Pruebas de laboratorio

Se realizan análisis de sangre para evaluar el hígado. Los resultados suelen ser normales, porque estas pruebas son relativamente poco sensibles y el hígado puede funcionar durante largo tiempo a pesar del daño sufrido. El hígado puede realizar las funciones esenciales incluso cuando su actividad total se halla un 80% por debajo de lo normal. Se realiza un hemograma completo para descartar anemia, recuento bajo de plaquetas, y otras alteraciones sanguíneas. Mediante análisis de sangre se determina la existencia de hepatitis y a menudo de otras posibles causas.

Pruebas de diagnóstico por la imagen del hígado

Las pruebas de diagnóstico por la imagen pueden identificar la cirrosis avanzada pero a menudo no identifican la cirrosis en estado inicial.

  • La ecografía, la tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética nuclear (RMN) permiten establecer si el hígado ha perdido tamaño o si presenta una estructura anómala, lo que sugiere cirrosis. Estas pruebas pueden detectar hipertensión portal y ascitis.

  • Las pruebas de diagnóstico por la imagen especializadas (elastografía de transición, elastografía por resonancia magnética y técnica ecográfica de radiación acústica de la fuerza de impulso) ayudan a detectar la cirrosis temprana.

Biopsia hepática

Si el diagnóstico todavía es incierto, para confirmarlo puede realizarse una biopsia del hígado (extracción de una muestra de tejido para su examen al microscopio). La biopsia, y a veces los análisis de sangre, también contribuyen a determinar la causa de la cirrosis.

Seguimiento

Si se confirma la cirrosis, se realiza una ecografía con o sin un análisis de sangre que podría indicar un tumor hepático (fetoproteína alfa) cada 6 meses para detectar un cáncer de hígado. Si la ecografía detecta anomalías que sugieren cáncer, los médicos obtienen imágenes por resonancia magnética nuclear (RMN) o TC después de inyectar un agente de contraste.

Cuando se confirma la cirrosis, puede ser necesaria una endoscopia (inserción de un tubo flexible de visualización) del tubo digestivo superior (endoscopia digestiva alta) para detectar varices, sobre todo cuando hay signos de hipertensión portal en la sangre y en las pruebas de diagnóstico por la imagen y el paciente no es un candidato para la medicación para disminuir la hipertensión portal. Esta prueba de endoscopia se repite cada 2 a 3 años. Se realiza con más frecuencia si se detectan varices.

Se realizan de forma regular análisis de sangre para evaluar el hígado.

Tratamiento de la cirrosis

La cirrosis no tiene cura. El hígado casi siempre está dañado de forma permanente y es poco probable que vuelva a la normalidad.

El tratamiento consiste en

  • La corrección o el tratamiento de la causa, como el abuso crónico del alcohol, el consumo de un fármaco o sustancia, la exposición a una toxina, la hemocromatosis o la hepatitis crónica

  • El tratamiento de las complicaciones a medida que se desarrollan

  • A veces, trasplante de hígado

El mejor enfoque es detener la cirrosis en las fases tempranas mediante la corrección o el tratamiento de la causa. El tratamiento de la causa por lo general evita cualquier daño adicional y en ocasiones mejora el estado general de la persona.

Tratamiento de las causas

Se deben administrar las vacunas de la hepatitis A y B en caso de que a la persona no le hayan sido administradas con anterioridad. Estas vacunas se administran para proteger al hígado de un daño mayor debido a estos virus, un daño que podría añadirse a su cirrosis.

La persona debe dejar de beber alcohol por completo para evitar el progreso de la cirrosis, incluso aunque el alcohol no sea la causa principal de su trastorno hepático (véase Alcohol/Tratamiento). Una vez se presenta la cirrosis, beber incluso cantidades moderadas de alcohol puede ser muy dañino para el hígado. Si se producen síntomas de abstinencia, se deben tratar.

Las personas afectadas deben informar a su médico de todos los medicamentos que están tomando, incluidos los medicamentos de venta sin receta, los productos a base de hierbas y los complementos nutricionales, porque es probable que el hígado dañado no sea capaz de procesarlos (metabolizarlos). Si los afectados necesitan tomar fármacos que se metabolizan en el hígado, deben usar dosis mucho más pequeñas para evitar mayor daño hepático. Además, la persona puede estar tomando un fármaco que puede dañar el hígado y contribuir así a la cirrosis. El tratamiento con estos fármacos se debe interrumpir siempre que sea posible y sustituir por otro fármaco en caso necesario.

Para la hemocromatosis, la sangría (flebotomía) es el mejor tratamiento. En el tratamiento de la enfermedad de Wilson se utiliza un medicamento para eliminar el cobre del organismo.

El tratamiento para la enfermedad del hígado graso llamada esteatohepatitis asociada a la disfunción metabólica (EHDM) es la pérdida de peso; la diabetes y el colesterol elevado deben controlarse estrechamente.

La hepatitis vírica crónica se trata con fármacos antivíricos y las enfermedades hepáticas autoinmunitarias se tratan con corticoesteroides u otros fármacos que afectan al sistema inmunitario.

En general, las personas con cirrosis avanzada necesitan un trasplante de hígado, pero el trasplante se utiliza a veces para tratar ciertas causas de enfermedad hepática incluso antes de que el hígado se vuelva cirrótico.

Tratamiento de las complicaciones

El tratamiento para las complicaciones consiste en

  • Para la acumulación de líquido dentro del abdomen (en cirrosis avanzada): restricción de sodio en la dieta porque el exceso de sodio puede contribuir a la acumulación de líquido. Los fármacos pueden contribuir a eliminar el exceso de líquido mediante el aumento de la cantidad de orina producida.

  • Para los déficits de vitaminas: complementos de vitaminas

  • Para la encefalopatía hepática: medicamentos para ayudar a adherir toxinas en el intestino (en las heces) y antibióticos para reducir la cantidad de bacterias presentes en el tubo digestivo que producen estas toxinas

  • Para la hemorragia procedente de varices del tubo digestivo: betabloqueantes para reducir la presión arterial en los vasos sanguíneos del hígado y/o aplicación de bandas elásticas para ligar los vasos sanguíneos sangrantes (llamado cerclaje endoscópico o ligadura)

Para colocar las bandas, los médicos usan una sonda de observación (endoscopio) que se inserta a través de la boca. Si los betabloqueantes o el cerclaje no se pueden usar o no tienen éxito, se puede utilizar uno de los procedimientos siguientes:

  • Inyección de cianoacrilato endoscópica: los médicos pasan un endoscopio por la boca hacia el tubo digestivo. A través del endoscopio, inyectan cianoacrilato (una sustancia pegajosa) en la vena que sangra. El cianoacrilato cierra el vaso sanguíneo y el sangrado se detiene.

  • Obliteración transvenosa retrógrada por oclusión con globo: después de la inyección de un anestésico local, el médico practica una pequeña incisión en la piel sobre una vena grande, por lo general en el cuello o la ingle. Posteriormente, se inserta en la vena, a través de la incisión, una sonda delgada y flexible (catéter) con un globo desinflado en la punta y el catéter se hace llegar hasta la zona de la hemorragia. Este globo (también llamado balón) se hincha para bloquear el flujo sanguíneo. A continuación, se inyecta en la vena o cerca de esta una sustancia que forma tejido cicatricial para bloquear la vena y detener la hemorragia.

  • Derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS, por sus siglas en inglés): el médico introduce un catéter en una vena del cuello, guiándose mediante radiografías, y hace llegar el catéter a las venas del hígado. El catéter se utiliza para crear un paso (shunt o derivación) que conecta la vena porta (o una de sus ramas) directamente con una de las venas hepáticas, que transportan la sangre desde el hígado hasta la mayor vena del organismo, que retorna la sangre al corazón. Así pues, la mayor parte de la sangre que normalmente va al hígado se redirige para que no pase por él. Este procedimiento disminuye la presión sanguínea en la vena porta debido a que la presión es menor en las venas hepáticas. Al reducir esta presión, la derivación portosistémica intrahepática transyugular ayuda a reducir la hemorragia de las venas en el tubo digestivo y la acumulación de líquido dentro del abdomen.

Trasplante de hígado

Para los candidatos adecuados, se puede llevar a cabo un trasplante de hígado. Si el trasplante tiene éxito, el hígado trasplantado por lo general funciona normalmente y los síntomas de la cirrosis e insuficiencia hepática deben desaparecer. El trasplante de hígado puede salvar la vida de una persona con cirrosis avanzada o con cáncer de hígado. El trasplante de hígado se hace generalmente en función de la probabilidad de muerte de la persona si no recibe el trasplante.

Pronóstico de la cirrosis

La cirrosis es casi siempre permanente y puede ser progresiva a menos que se trate su causa. La rapidez con que progresará a menudo es difícil de predecir. El pronóstico para las personas con cirrosis depende de la causa, la gravedad, la presencia de otros síntomas y trastornos y la efectividad del tratamiento.

La abstinencia de alcohol detiene la fibrosis del hígado. Si la persona sigue consumiendo alcohol, incluso en pequeñas cantidades, la cirrosis progresa y aparecen complicaciones graves.

Cuando se produce una complicación importante (como vómitos de sangre, acumulación de líquido en la cavidad abdominal o alteración de la función cerebral) el pronóstico es malo.

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