La artritis infecciosa crónica se desarrolla durante semanas y es causada por micobacterias, hongos o bacterias con baja patogenicidad.
La artritis infecciosa crónica representa el 5% de las artritis infecciosas. Puede aparecer en personas sanas, pero los pacientes en riesgo son los que presentan:
Inmunosupresión (p. ej., cáncer hematológico o de otros tipos, uso de agentes inmunosupresores)
Algunos ejemplos de posibles causas incluyen Mycobacterium tuberculosis, M. marinum, M. kansasii, especies de Candida, Coccidioides immitis, Histoplasma capsulatum, Cryptococcus neoformans, Blastomyces dermatitidis, Sporothrix schenckii, Aspergillus fumigatus, Actinomyces israelii, y especies de Brucella.
La artritis de la enfermedad de Lyme suele ser aguda, pero puede ser crónica y recurrente.
En pacientes con neoplasias hematológicas o con infección por HIV o que toman agentes inmunosupresores, puede haber microorganismos oportunistas inusuales. Una enfermedad prolongada o recurrente y la falta de respuesta a los antibióticos convencionales sugieren infección por micobacterias u hongos.
En artritis infecciosa crónica, la membrana sinovial puede proliferar y erosionar el cartílago articular y el hueso subcondral. El comienzo suele ser indolente, con hinchazón gradual, calor ligero, enrojecimiento mínimo de la región articular y dolor continuo que puede ser leve. Por lo general, afecta a una sola articulación.
Debe hacerse cultivo del líquido sinovial o del tejido sinovial para hongos y micobacterias, y estudios de rutina. Las técnicas de evaluación molecular también pueden ser útiles, especialmente para detectar micobacterias.
En radiografía simple se ve preservado el espacio articular, y puede haber erosiones marginales y esclerosis ósea. Estos signos difieren de los de artritis infecciosa aguda.
Las infecciones articulares por micobacterias u hongos requieren un tratamiento prolongado. Las infecciones por micobacterias se tratan con múltiples antibióticos, según los resultados de las pruebas de sensibilidad.