Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en niños y adolescentes

PorGeoffrey A. Weinberg, MD, Golisano Children’s Hospital
Revisado/Modificado mar 2023 | Modificado ago 2023
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Datos clave

La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es una infección vírica que destruye progresivamente ciertos glóbulos blancos y hace que las personas sean más vulnerables a otras infecciones y a algunos tipos de cáncer y provoca el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

  • La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) está causada por el virus VIH, que puede transmitirse por contacto sexual, transfusión de sangre y, en los niños pequeños, por lo general se adquiere de la madre en el momento del nacimiento.

  • Los signos de la infección en ninõs consisten en retraso del crecimiento, aumento de tamaño de los ganglios linfáticos en varias zonas del cuerpo, retraso del desarrollo, infecciones bacterianas recurrentes e inflamación pulmonar.

  • El diagnóstico se basa en análisis de sangre para la infección por VIH.

  • Los medicamentos contra el VIH (llamados terapia antirretrovírica o TARV) pueden controlar los efectos de la infección por VIH y permitir que los niños vivan sin complicaciones.

  • Los niños se tratan con los mismos fármacos que los adultos.

  • Las madres infectadas pueden evitar la transmisión de la infección a sus hijos recién nacidos tomando terapia antirretroviral, alimentando a su bebé con leche de fórmula en lugar de mediante la lactancia natural y, en algunas mujeres, sometiéndose a un parto por cesárea.

Véase también Infección por VIH en adultos.

Existen dos virus de la inmunodeficiencia humana:

  • VIH-1

  • VIH-2

La infección por el VIH-1 es mucho más común que la infección por el VIH-2 en casi todas las áreas geográficas. Ambos destruyen progresivamente ciertos tipos de glóbulos blancos llamados linfocitos, una parte importante de las defensas inmunitarias del organismo. Cuando estos linfocitos son destruidos, el cuerpo se vuelve vulnerable al ataque de muchos otros microorganismos infecciosos. Muchos de los síntomas y complicaciones de la infección por VIH, incluida la muerte, son el resultado de otras infecciones y no de la propia infección por el virus VIH.

La infección por VIH deriva en diversas infecciones problemáticas por microorganismos que no suelen infectar a las personas sanas. Estas se denominan infecciones oportunistas porque se producen en un individuo con el sistema inmune debilitado. Las infecciones oportunistas pueden ser consecuencia de virus, parásitos, hongos y a veces bacterias.

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es la forma más grave de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Se considera que un niño con infección por VIH tiene sida cuando desarrolla al menos una de las enfermedades relacionadas o cuando hay un descenso significativo en la capacidad de su organismo para defenderse contra las infecciones.

Solo alrededor del 1% de las personas infectadas por el VIH en Estados Unidos han sido diagnosticadas cuando eran niños o adolescentes. La infección por VIH en niños se ha vuelto poco frecuente, debido al mayor número de pruebas y al tratamiento de las mujeres embarazadas infectadas por VIH. El tratamiento con medicamentos antirretrovirales antes y durante el parto puede ayudar a prevenir la transmisión de la infección de madre a hijo. Aunque se notificaron cerca de 9000 casos de infección por el VIH en niños y adolescentes entre 1983 y 2015, en 2019 se diagnosticaron menos de 60 nuevos casos en niños menores de 13 años.

Aunque el número de recién nacidos y niños infectados por el VIH que viven en los Estados Unidos sigue disminuyendo, El número de adolescentes y adultos jóvenes infectados por el VIH está aumentando. El número está aumentando porque los niños que se infectaron cuando eran recién nacidos sobreviven más tiempo y se están desarrollando nuevos casos en adolescentes y adultos jóvenes, sobre todo en varones jóvenes homosexuales. En 2019, se diagnosticaron unos 36 000 nuevos casos de infección por VIH en Estados Unidos. De estos nuevos casos, el 20% correspondieron a adolescentes y adultos jóvenes de 13 a 24 años de edad (la mayoría de los cuales tenían 18 años o más).

No obstante, a escala mundial, la infección por VIH presenta una tasa mucho más elevada en estas franjas de edad. En 2021, alrededor de 1,7 millones de niños menores de 14 años sufrieron infección por VIH. Cada año se infectan alrededor de 160 000 niños más y mueren cerca de 100 000 niños mueren. Los programas creados para administrar terapia antirretroviral (TARV) a las mujeres embarazadas y a los niños han reducido el número anual de nuevas infecciones en niños y la mortalidad infantil en un 33 a 50%. Sin embargo, los niños infectados, como ocurre con los adultos, con frecuencia no reciben terapia antirretroviral.

Transmisión de la infección por VIH

Recién nacidos y niños pequeños

El VIH se transmite con mayor frecuencia a los niños por

  • Una madre infectada, antes del nacimiento o durante el parto

  • Después del nacimiento a través de la lactancia

En los niños pequeños, la infección por VIH casi siempre se contrae a través de la madre. Más del 95% de los niños infectados por el VIH en los Estados Unidos adquirieron la infección de su madre, ya sea antes o alrededor del momento del nacimiento (lo que se denomina transmisión vertical o de madre a hijo). La mayor parte de los niños y adolescentes restantes que ahora viven con sida, adquirieron la infección por transmisión sexual incluyendo, en raras ocasiones, el abuso sexual.

Debido a la mejora de las medidas de seguridad con respecto a la detección del virus en la sangre y en los hemoderivados, en los últimos años casi no hay infecciones debidas a la utilización de sangre y hemoderivados en Estados Unidos, Canadá o Europa Occidental.

Los expertos no están seguros de cuántas mujeres infectadas por el VIH dan a luz cada año en Estados Unidos, pero la estimación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) es de unas 3000-5000. Sin terapia antirretrovírica, entre el 25 y el 33% de ellas transmitirían la infección a su bebé. La transmisión, a menudo, tiene lugar durante el periodo de dilatación y el periodo expulsivo.

El riesgo de transmisión es más elevado entre las madres que

  • Contraen la infección por VIH durante el embarazo o durante la lactancia

  • Están gravemente enfermas debido a la infección por VIH

  • Tienen más virus en su organismo

Sin embargo, la transmisión ha disminuido significativamente en Estados Unidos desde cerca del 25% en 1991 hasta menos del 1% en 2019. La transmisión de madre a hijo se ha reducido debido a un intenso esfuerzo para realizar un cribado y tratar a las mujeres embarazadas infectadas durante el embarazo y el parto.

El virus también se puede transmitir en la leche materna. Del 12 al 14% de los bebés no infectados en el momento del nacimiento contraen la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) si los amamanta una madre infectada con dicho virus. En la mayoría de los casos, la transmisión se produce en las primeras semanas o meses de vida, pero puede producirse más tarde. La transmisión por la leche materna es más probable en las madres que tienen niveles elevados de virus en su cuerpo, incluyendo las que adquirieron la infección durante el período de tiempo en el que amamantaron a su bebé.

¿Sabías que...?

  • En Estados Unidos, la transmisión del VIH de madre infectada a hijo se ha reducido del 25% en 1991 a menos del 1% en 2019.

Adolescentes

En los adolescentes, las formas en que se transmite la infección por VIH son las mismas que en los adultos:

  • Tener contacto sexual sin protección

  • Compartir agujas infectadas

Todos los adolescentes tienen un mayor riesgo de infección por el VIH si tienen relaciones sexuales sin protección. Los adolescentes que comparten agujas infectadas al inyectarse drogas también corren un mayor riesgo.

En casos muy poco frecuentes, el VIH se ha transmitido por el contacto con sangre infectada en la piel. En casi todos los casos, la superficie de la piel tenía rasguños o heridas. Aunque la saliva puede contener el virus, no se conocen casos de transmisión de la infección por tos, besos o mordeduras.

El VIHNO se transmite mediante

  • Alimentos

  • Agua

  • Tocar los mismos artículos del hogar (por ejemplo, ropa, muebles y picaportes)

  • Contacto social en el hogar, en el lugar de trabajo o en el colegio

Síntomas de la infección por VIH en niños

Los niños nacidos con infección por VIH rara vez presentan síntomas durante los primeros meses, incluso si no han recibido terapia antirretrovírica (TARV). Si los niños permanecen sin tratamiento, los síntomas se suelen desarrollar alrededor de los 3 años de edad, aunque algunos niños pueden no desarrollarlos hasta los 5 años de edad.

Niños con infección por VIH no tratada

En los Estados Unidos y en otros países de ingresos altos, la mayoría de los niños con infección por VIH reciben terapia antirretroviral. Sin embargo, si los niños no reciben tratamiento, los síntomas comunes de la infección por VIH consisten en

  • Retraso del crecimiento y retraso de la maduración

  • Aumento de volumen de los ganglios linfáticos en diversas partes del cuerpo

  • Episodios repetidos de infecciones bacterianas

  • Diarrea recurrente

  • Infecciones pulmonares

  • Aumento de tamaño del bazo y del hígado

  • Infección fúngica en la boca (candidiasis oral)

  • Anemia

  • Problemas cardíacos

  • Hepatitis

  • Infecciones oportunistas

A veces los niños que no están recibiendo tratamiento tienen episodios repetidos de infecciones bacterianas, como infección del oído medio (otitis media), sinusitis, presencia de bacterias en la sangre (bacteriemia) o neumonía. Alrededor de un tercio de los niños infectados por el VIH no tratados presentan inflamación de los pulmones (neumonitis intersticial linfoide), con tos y dificultad respiratoria. A medida que el sistema inmunitario del niño se deteriora, aparece una variedad de síntomas y complicaciones.

Si los bebés o niños pequeños que se infectan con la infección por VIH desarrollan una enfermedad grave, llamada sida, suelen tener al menos un episodio de neumonía por Pneumocystis jirovecii (véase Neumonía en personas inmunocomprometidas). Esta infección oportunista grave puede ocurrir de manera tan precoz como a las 4 a 6 semanas de vida, pero se produce sobre todo en bebés de 3 a 6 meses de edad que adquirieron la infección por el VIH antes o durante el parto. Más de la mitad de los niños infectados por el VIH que no reciben tratamiento desarrollan la neumonía en algún momento. La neumonía por Pneumocystis es la causa principal de muerte en los niños y los adultos con sida.

En un número significativo de niños con infección por VIH no tratados, el daño cerebral progresivo evita o retrasa los hitos del desarrollo, como caminar y hablar. En estos casos también se observan deficiencias en la inteligencia y una desproporción a la baja del tamaño de la cabeza en relación con el resto del cuerpo. Hasta el 20% de los niños infectados sin tratamiento pierden progresivamente sus aptitudes sociales y la capacidad lingüística y de control muscular. Se les paraliza una parte del cuerpo o caminan con paso vacilante o bien se observa en ellos una cierta rigidez muscular.

La anemia (un recuento bajo de glóbulos rojos) es frecuente si la infección por VIH no se trata y hace que los niños se debiliten y se cansen fácilmente. Alrededor del 20% de los niños sin tratamiento presentan problemas cardíacos, como mayor rapidez o irregularidad del ritmo del corazón o insuficiencia cardíaca.

Los niños sin tratamiento también suelen desarrollar inflamación hepática (hepatitis) o inflamación de los riñones (nefritis). Los cánceres son muy poco frecuentes en los niños con sida, pero el linfoma no hodgkiniano (linfoma no Hodgkin) y los linfomas cerebrales son algo más frecuentes en dichos niños que en los niños no infectados. El sarcoma de Kaposi, un cáncer relacionado con el sida que afecta la piel y los órganos internos, es común entre los adultos infectados por el VIH, pero es muy poco frecuente en los niños infectados por el VIH.

Niños con infección por VIH tratados con medicamentos antirretrovirales

La terapia antirretrovírica (TARV) ha cambiado significativamente la manera en la que la infección por VIH se manifiesta en los niños. La terapia antirretrovírica es muy eficaz y permite tratar la infección por VIH como una enfermedad crónica. Con la administración de terapia antirretrovírica, los niños infectados por el VIH por lo general no manifiestan ninguno de los síntomas de la infección. Aunque la neumonía bacteriana y otras infecciones bacterianas (como la bacteriemia y la otitis media recurrente) se observan con más frecuencia en niños infectados por el VIH, las infecciones oportunistas y el retraso de crecimiento son raros.

Aunque la terapia antirretrovírica (TARV) disminuye claramente los efectos de los trastornos cerebrales y medulares, parece que hay una mayor tasa de alteraciones del comportamiento, del desarrollo y cognitivas en los niños infectados por el VIH tratados. No está claro si estos problemas están producidos por la infección con el VIH en sí, por los fármacos utilizados para tratar el VIH, o se deben a otros factores biológicos, psicológicos y sociales que son comunes entre los niños infectados por el VIH.

Dado que la terapia antirretrovírica ha permitido que niños y adultos puedan sobrevivir durante muchos años, es mayor el número de pacientes que desarrollan complicaciones a largo plazo de la infección por VIH. Estas complicaciones incluyen obesidad, enfermedades del corazón, diabetes y enfermedades renales. Estas complicaciones parecen estar relacionadas tanto con la infección por el VIH en sí como por los efectos de ciertos fármacos antirretrovirales.

Los síntomas de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) contraído durante la adolescencia son similares a los de los adultos (véase síntomas de infección por VIH en adultos).

Diagnóstico de infección por VIH en niños

  • Para las mujeres embarazadas, antes del nacimiento se realizan pruebas de cribado y durante el parto pruebas prenatales

  • Para los niños después del nacimiento, análisis de sangre

  • Después del diagnóstico, controles frecuentes

Mujeres embarazadas

El diagnóstico de infección por VIH en los niños comienza con la identificación de la infección por VIH en las mujeres embarazadas gracias al cribado prenatal sistemático de la sangre. Las mujeres deben someterse a pruebas de detección de la infección por VIH al comienzo del embarazo y de nuevo en el tercer trimestre para poder detectar una infección por VIH recién adquirida.

Se pueden realizar pruebas rápidas para detectar el VIH utilizando sangre o saliva mientras las mujeres están en las unidades de trabajo de parto en el hospital. Los análisis pueden aportar resultados entre al cabo de unos minutos y al cabo de unas horas.

Recién nacidos y niños menores de 18 meses de edad

El análisis de sangre estándar para adultos que determina la presencia de anticuerpos del VIH no sirve para los niños menores de 18 meses porque la sangre de los lactantes nacidos de una madre infectada por el VIH casi siempre contiene anticuerpos del VIH que han atravesado la placenta aun cuando el lactante no esté infectado.

Por tanto, para diagnosticar de forma definitiva la infección por el VIH en niños menores de 18 meses de edad, se utilizan análisis de sangre especiales, denominados pruebas de los ácidos nucleicos (NAT, por sus siglas en inglés). El diagnóstico de infección por el VIH se confirma si las pruebas NAT detectan material genético del VIH (ADN o ARN) en la sangre del niño.

Las pruebas NAT suelen realizarse a intervalos frecuentes, por lo general en las primeras 2 semanas de vida, hacia el primer mes, y entre los 4 y 6 meses de edad. Esta frecuencia en las pruebas permite identificar a la mayoría de los lactantes infectados por el VIH hacia los 6 meses de edad. Algunos lactantes que presentan un riesgo muy elevado de desarrollar VIH pueden ser sometidos a pruebas con más frecuencia.

Todos los niños de este grupo de edad deben someterse a pruebas si nacen de madres que

  • Tienen infección por VIH

  • Corren riesgo de contraer una infección por VIH

Niños mayores de 18 meses y adolescentes

En los niños mayores de 18 meses y en los adolescentes se pueden emplear los mismos análisis de sangre que en los adultos para diagnosticar la infección por VIH. Por lo general, estos son análisis de sangre que se realizan para detectar anticuerpos y antígenos del VIH. (Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunitario para ayudar a defender el organismo contra el ataque y los antígenos son sustancias que pueden desencadenar una respuesta inmunológica en el organismo; véase pruebas que detectan anticuerpos o antígenos de microorganismos.)

Seguimiento

Una vez se ha diagnosticado la infección por VIH, los médicos realizan análisis de sangre regulares en intervalos de 3-4 meses para monitorizar la cantidad de linfocitos CD4+ (recuento de CD4) y el número de partículas víricas en la sangre (carga viral).

Los linfocitos son un tipo de glóbulo blanco. El recuento de linfocitos CD4+ disminuye a medida que empeora la infección por VIH. Si el recuento de CD4 es bajo, los niños son más propensos a desarrollar infecciones graves y otras complicaciones del VIH, tales como ciertos tipos de cáncer.

La carga viral aumenta a medida que empeora la infección por VIH. La carga viral ayuda a predecir la rapidez con que disminuirá el número de linfocitos CD4 en los próximos años.

La determinación del recuento de CD4 y de la carga viral ayudan a los médicos a determinar cuándo empezar el tratamiento con antirretrovirales, qué efectos tendrá el tratamiento y si son necesarios otros medicamentos para prevenir complicaciones infecciosas.

Tratamiento de la infección por VIH en niños

  • Fármacos antirretrovirales

  • Seguimiento continuo

  • Fomentar la adherencia al tratamiento

Medicamentos

Todos los niños con infección por VIH deben recibir terapia antirretrovírica (TARV) tan pronto como sea posible, idealmente dentro de 1 a 2 semanas del diagnóstico. Los niños se tratan con la mayoría de los mismos fármacos antirretrovíricos que los adultos (véase Tratamiento farmacológico de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana [VIH]). Sin embargo, no todos los medicamentos utilizados para niños mayores, adolescentes y adultos están disponibles para niños pequeños, en parte porque algunos no están disponibles en forma líquida.

La terapia antirretrovírica (TARV) está adaptada al niño, pero las combinaciones suelen consistir en lo siguiente:

  • Dos inhibidores nucleósidos/nucleótidos de la transcriptasa inversa (INTI) más otro cualquiera

  • Un inhibidor de la integrasa o un inhibidor de la proteasa

A veces se administra un inhibidor de la transcriptasa inversa no nucleósido junto con dos inhibidores de la transcriptasa inversa nucleósidos.

En general, los niños manifiestan las mismas reacciones adversas que los adultos, pero habitualmente a un nivel más bajo. Sin embargo, las reacciones adversas de los fármacos también suponen una limitación para el tratamiento.

Seguimiento

El médico supervisa la eficacia del tratamiento determinando regularmente la cantidad de virus presente en la sangre (carga vírica) y el recuento de células CD4+ del niño (véase diagnóstico de la infección por el VIH en niños). Los médicos solicitan de forma rutinaria otras pruebas y ofrecen a las adolescentes una prueba de embarazo.

El aumento de la cantidad de virus en la sangre es un indicio de que el virus está desarrollando resistencia a los fármacos o de que el niño no está siguiendo el tratamiento. En uno y otro caso es a veces necesario que el médico prescriba otros fármacos. Para seguir el progreso del niño, el médico lo explora y realiza análisis de sangre a intervalos de 3 a 4 meses. Se realizan otros análisis de sangre y de orina a intervalos de 6 a 12 meses.

Prueba analítica

Adherencia

La adherencia consiste en tomar los medicamentos según las indicaciones. Es extremadamente importante cumplir con los horarios de dosificación de la terapia antirretrovírica. Si los niños toman los antirretrovirales con menos frecuencia de lo establecido, el VIH en su organismo puede desarrollar rápidamente resistencias a uno o más de los fármacos. Aun así, puede ser difícil para los padres y los niños seguir tratamientos farmacológicos complicados, lo que limita la efectividad de la terapia. Para simplificar los regímenes y mejorar la adherencia, se pueden administrar tabletas que contienen tres o más fármacos. La toma de estos comprimidos puede ser necesaria solo 1 o 2 veces al día. Las formas líquidas de los fármacos tienen ahora mejor sabor, lo que mejora la adherencia.

La adherencia al tratamiento antirretroviral puede ser más difícil en adolescentes que en niños más pequeños. Los adolescentes también tienen dificultad para adherirse a los regímenes de tratamiento para otras enfermedades crónicas como la diabetes y el asma (véase también Problemas de salud crónicos en niños). Quieren ser como sus compañeros y pueden sentirse apartados por su enfermedad. Omitir o interrumpir el tratamiento puede ser una forma de negación de la enfermedad. Otras cuestiones que pueden complicar el tratamiento y reducir la adherencia en los adolescentes incluyen

  • Autoestima baja

  • Un estilo de vida caótico y desestructurado

  • El miedo a ser señalado por causa de la enfermedad

  • A veces, la falta de apoyo familiar

Además, los adolescentes pueden no ser capaces de entender por qué son necesarios los fármacos cuando no se sienten enfermos y pueden estar preocupados por los posibles efectos adversos.

A pesar del contacto frecuente con un equipo de atención pediátrica, los adolescentes que se infectaron desde el nacimiento pueden temer o negar la infección por el VIH o desconfiar de la información proporcionada por el equipo de atención médica. En lugar de plantear un enfrentamiento directo sobre la necesidad de seguir el tratamiento con aquellos adolescentes que carecen de adecuados sistemas de apoyo, los equipos de atención a veces ayudan al adolescente a que se centre en cuestiones prácticas tales como la forma de evitar las infecciones oportunistas y la forma de obtener información sobre salud reproductiva, la vivienda, y tener éxito en colegio (véase transición al cuidado de pacientes adultos).

Prevención de las infecciones oportunistas

Para prevenir la neumonía por Pneumocystis, los médicos administran trimetoprima/sulfametoxazol a los niños con infección por VIH dependiendo de su edad y/o qué tan bajo sea su recuento de CD4. Todos los lactantes nacidos de mujeres infectadas por el VIH reciben trimetoprima/sulfametoxazol a partir de las 4 a 6 semanas de edad hasta que las pruebas muestran que no están infectados. A los niños que no toleran la trimetoprima-sulfametoxazol se les puede administrar dapsona, atovacuona o pentamidina.

A los niños con inmunodeficiencia importante también se les administra azitromicina o claritromicina para evitar la infección por el complejo Mycobacterium avium, dependiendo de su edad y de su recuento de CD4. La rifabutina es un fármaco alternativo.

Vacunas infantiles de rutina

Casi todos los niños infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) deben recibir las vacunas infantiles sistemáticas, incluyendo las siguientes

También se recomienda a los miembros del hogar la vacunación anual contra la gripe con vacuna inactiva o con virus vivos.

Algunas vacunas que contienen bacterias vivas, como el bacilo de Calmette-Guérin (utilizado para prevenir la tuberculosis en algunos países fuera de los Estados Unidos), o virus vivos, como la vacuna oral contra la poliomielitis (no disponible en Estados Unidos, pero todavía se utiliza en otras partes del mundo) y las vacunas de la varicela y la del sarampión, parotiditis y rubéola pueden causar una enfermedad grave o mortal en los niños con VIH cuyo sistema inmunitario está muy deteriorado. Sin embargo, la vacuna viva contra el sarampión, las paperas y la rubéola, la vacuna viva contra la varicela y, en algunas zonas del mundo, la vacuna viva contra la fiebre amarilla y la vacuna viva contra el virus del dengue se recomiendan para niños con infección por VIH cuyo sistema inmunitario no está gravemente deteriorado.

Sin embargo, la efectividad de cualquier vacuna es menor en niños con infección por VIH. Los niños infectados por el VIH con recuentos muy bajos de linfocitos CD4+ se consideran susceptibles de vacunación ante enfermedades prevenibles por vacunación cuando están expuestos (como el sarampión, el tétanos o la varicela), independientemente de si han recibido la vacuna para esa enfermedad, y se les puede administrar la inmunoglobulina por vena (vía intravenosa). La inmunoglobulina intravenosa o la vacunación inmediata con la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola también se deben considerar para cualquier miembro de la familia no inmunizado que está expuesto al sarampión.

Problemática social

Para los niños en guarderías o en la escuela, o si un niño necesita cuidado de crianza, un médico puede ayudar a evaluar el riesgo de exposición a enfermedades infecciosas del niño. En general, la transmisión de infecciones, como la varicela, a un niño infectado por el VIH (o a cualquier niño con inmunodeficiencia) constituye un peligro mayor que la transmisión del VIH por parte de ese niño a otros. Sin embargo, un niño pequeño infectado por el VIH que tiene heridas cutáneas abiertas o presenta una conducta potencialmente peligrosa, como morder, no debe acudir a la guardería.

Los niños infectados por el VIH han de participar en las actividades rutinarias de la infancia tanto como se lo permita su condición física. La interacción con otros niños mejora el desarrollo social y la autoestima. Dado el estigma asociado con la enfermedad, el uso generalizado de precauciones universales en escuelas y guarderías y el hecho de que el contagio de la infección a otros niños es muy poco probable, no es necesario que nadie, aparte de los padres, el médico y tal vez el personal de enfermería de la escuela sepa que el niño tiene la infección por el VIH.

A medida que el estado del niño empeora, es mejor hacer el tratamiento en un ambiente lo menos restrictivo posible. Si se cuenta con asistencia médica en el hogar y con servicios sociales adecuados, los niños pueden pasar más tiempo en casa que en el hospital.

Transición al cuidado de pacientes adultos

Una vez que alcanzan cierta edad (por lo general entre 18 y 21 años), los adolescentes con infección por VIH pasarán de la atención pediátrica a la atención de adultos. El modelo de atención de salud de los adultos es muy diferente, y los adolescentes no deben ser enviados a una consulta o a un servicio de atención de adultos sin una planificación adicional.

El cuidado de la salud pediátrica tiende a estar centrado en la familia, y el equipo de atención incluye un equipo multidisciplinario de médicos, enfermeras, trabajadores sociales y profesionales de la salud mental. Los adolescentes infectados al nacer pueden haber sido atendidos por un equipo de este tipo durante toda su vida.

En contraste, el modelo típico de atención de la salud de adultos tiende a estar centrado en el individuo, y los profesionales de la salud involucrados pueden estar ubicados en consultas separadas que requieren múltiples visitas. Los profesionales de la salud en las consultas y clínicas de atención de adultos a menudo manejan grandes volúmenes de pacientes, y las consecuencias de llegar tarde o faltar a las citas (que pueden ser más habitual entre los adolescentes) son más estrictas.

Planificar la transición durante varios meses y comentarlo con los adolescentes y tener visitas solapadas con los profesionales de la salud pediátricos y de adultos pueden conducir a una transición más suave y más exitosa.

Pronóstico de la infección por VIH en niños

Antes de la terapia antirretrovírica, entre el 10 y el 15% de los niños de países de ingresos altos y, tal vez, entre el 50 y el 80% de los niños de países de ingresos bajos o medianos murieron antes de los 4 años de edad. Hoy en día, con la terapia antirretrovírica, la mayoría de los niños con infección neonatal por el VIH sobreviven hasta bien entrada la edad adulta. Un número cada vez mayor de estos adultos jóvenes que fueron infectados al nacer han dado a luz o engendrado a sus propios hijos.

No se sabe si la infección por el VIH en sí o la terapia antirretrovírica administrada a los niños infectados por el VIH durante los períodos críticos de crecimiento y desarrollo causarán efectos adversos adicionales que podrían aparecer más adelante en la vida. Sin embargo, hasta ahora, no se han observado estos efectos adversos en los niños infectados en el momento del nacimiento o antes del mismo que fueron tratados con terapia antirretrovírica y que ahora son adultos jóvenes.

Debido a la forma en la que el VIH permanece oculto dentro de las células del huésped, los fármacos no eliminan por completo el virus del organismo. Incluso cuando las pruebas no detectan el virus, algunos virus permanecen en el interior de las células. En un caso concreto, a un niño nacido de una madre infectada por el VIH y no tratada se le administraron dosis elevadas de terapia antirretrovírica. Después de interrumpir la terapia antirretrovírica (TARV) de forma involuntaria a los 15 meses de edad, a los 24 meses de edad todavía no se había podido detectar la reproducción (replicación) del VIH en el niño. Sin embargo, sí que se pudo detectar el virus con posterioridad. Están en desarrollo diversas investigaciones para determinar si la administración de altas dosis de antirretrovirales para suprimir el virus, aunque sólo sea por un periodo corto, conllevan una mejora de la salud.

Los médicos recomiendan que las personas de cualquier edad no interrumpan su terapia antirretrovírica.

Si los niños con VIH no reciben medicamentos antirretrovirales, se producen infecciones oportunistas, en particular neumonía por Pneumocystis, y el pronóstico es malo. La neumonía por Pneumocystis causa la muerte en el 5 al 40% de los niños tratados, y en casi el 100% de los niños no tratados. El pronóstico también es malo para aquellos niños en los que el virus se detecta de forma temprana (en la primera semana de vida) o que desarrollan síntomas en el primer año de vida sin recibir terapia antirretrovírica.

Hasta la fecha, no hay cura para la infección por VIH y aún no se sabe si es posible curarla. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que la infección por el VIH es tratable y que la supervivencia a largo plazo es posible si se administra un tratamiento antirretrovírico eficaz.

Prevención de la infección por VIH en niños

(Véase también Tratamiento preventivo después de la exposición.)

Prevención de la transmisión de la madre infectada al hijo

La terapia preventiva actual para las mujeres embarazadas infectadas es muy eficaz para minimizar la transmisión. Las mujeres embarazadas infectadas por el VIH deben comenzar la terapia antirretroviral (TARV) por vía oral. Idealmente, la terapia antirretrovírica debe comenzar tan pronto como se diagnostique la infección por VIH y las mujeres estén preparadas para seguir la terapia tal como se les indique. Las mujeres embarazadas infectadas por el VIH que ya están en tratamiento antirretrovírico deberían continuar el tratamiento durante todo el embarazo. Las mujeres infectadas por VIH también deben continuar con la terapia antirretrovírica (TARV) cuando intentan quedarse embarazadas.

Además del tratamiento antirretrovírico materno, el medicamento antirretrovírico zidovudina (ZDV) a veces se administra por vía intravenosa a la madre durante el trabajo de parto. A continuación, se administra ZDV al recién nacido expuesto al VIH por vía oral dos veces al día durante las primeras 4 a 6 semanas de vida (a veces junto con medicamentos antivíricos adicionales para ciertos recién nacidos con mayor riesgo de contraer la infección por VIH). Este tipo de tratamiento administrado a las madres y a los niños reduce la tasa de transmisión del 25% al 1% o menos. Además, la realización de una cesárea (incisión cesárea) antes de que empiece el parto puede reducir el riesgo para el recién nacido de contraer la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Los médicos pueden recomendar el parto por cesárea en mujeres cuya infección no es bien controlada por la terapia antirretrovírica. Después del parto, la terapia antirretrovírica se continúa para todas las mujeres con infección por VIH.

Debido a que el VIH se puede transmitir durante la lactancia y en la leche materna, la decisión de amamantar solo debe tomarse después de recibir consejo y de discutir con los profesionales de la salud.

En los países donde los riesgos de desnutrición e infección resultantes del agua o la fórmula sucia son altos y no se dispone de fórmulas infantiles asequibles y seguras, los beneficios de la lactancia materna pueden superar el riesgo de transmisión del VIH. En estos países, las madres con infección por VIH bajo supervisión médica pueden continuar amamantando durante al menos 12 meses de vida del lactante y luego destetarlo rápidamente para recibir alimentos. A menudo, sus lactantes reciben terapia antirretrovírica durante todo el periodo de lactancia.

Se debe recomendar a las madres con infección por VIH que nunca donen su leche materna a los bancos de leche.

Las madres infectadas por el VIH no deben premasticar alimentos para sus bebés.

Prevenir la transmisión de niños infectados a otras personas

Dada la probabilidad de ignorar que un niño está infectado por el VIH, todos los colegios y las guarderías deben adoptar medidas especiales para controlar los accidentes, tales como las hemorragias nasales, y limpiar y desinfectar las superficies contaminadas con sangre.

Durante la limpieza, el personal debe ser instruido para evitar el contacto directo de la piel con la sangre. Siempre deben utilizarse guantes y es necesario lavarse las manos después de quitárselos.

Las superficies contaminadas deben limpiarse y desinfectarse con una solución de lejía recién preparada que contenga una parte de lejía de uso doméstico y de 10 a 100 partes de agua.

Se siguen estas prácticas llamadas precauciones generales no sólo para los niños con infección por el VIH sino en todos los niños y en todas las situaciones en las que existe exposición a productos sanguíneos.

Prevención de la transmisión en adolescentes

La prevención en los adolescentes es la misma que la prevención en los adultos. Todos los adolescentes deben tener acceso a las pruebas del VIH y se les debe enseñar cómo se transmite el VIH y cómo se puede evitar, incluida la abstención de comportamientos de alto riesgo (como compartir agujas infectadas) y el sexo o el uso de prácticas de sexo seguro.

Tratamiento preventivo antes de la exposición

Tomar un fármaco antirretroviral antes de la exposición al VIH puede reducir el riesgo de infección por VIH. Este tratamiento preventivo se denomina profilaxis previa a la exposición (preexposure prophylaxis, PrEP según sus siglas en inglés).

La PrEP es más eficaz si las personas toman el medicamento todos los días, pero puede ser costosa, por lo que se recomienda con mayor frecuencia a las personas que no están infectadas por el VIH pero que tienen un alto riesgo de infectarse, como las que tienen una pareja sexual infectada por el VIH, los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres y las personas transgénero. Los adolescentes mayores en situación de riesgo también pueden recibir PrEP, pero los problemas de confidencialidad y coste son más complejos que con la PrEP para adultos.

Las personas que hacen uso de la PrEP no están exentas de utilizar otros métodos para prevenir otras infecciones, incluyendo el uso regular del condón y no compartir agujas para inyectarse drogas y sustancias recreativas.

Más información

Los siguientes son recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.

  1. Ending the HIV Epidemic: (Eliminar el VIH epidémico): consejos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para ayudar a eliminar nuevas infecciones por el VIH

  2. Transitioning from child to adult care (Transición de la atención infantil a la adulta) de la Organización Mundial de la Salud

  3. Preexposure Prophylaxis (PrEP): (Profilaxis de preexposición [PrEP, por sus siglas en inglés]): descripción de los medicamentos que componen las píldoras PrEP de la American Sexual Health Association (Asociación estadounidense para la salud sexual)

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