Hipema

(Hemorragia en la cámara anterior)

PorJurij R. Bilyk, MD, Thomas Jefferson University Hospital
Revisado/Modificado oct 2024
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Un hipema es un sangrado en la cámara anterior del ojo (el espacio lleno de líquido situado entre la córnea transparente y el iris coloreado). Pueden producirse hemorragias adicionales (resangrado) hasta varios días después de la lesión.

(Véase también Introducción a las lesiones oculares.)

Un hifema por lo general remite con tratamiento médico, pero requiere control estrecho, ya que puede dar lugar a una pérdida de visión permanente, parcial o completa. La pérdida de visión puede ser el resultado del aumento de la presión intraocular (glaucoma), de la tinción de la córnea por la sangre, o de ambas.

Un vistazo al interior del ojo

Los sujetos con hipema a menudo tienen la vista borrosa y molestias cuando se exponen a luz brillante. Si el hipema es lo bastante extenso, es posible encontrar una capa de sangre detrás de la parte inferior de la córnea cuando la persona se encuentra en bipedestación. Sin embargo, esta capa puede ser tan pequeña que solo se observa cuando se amplía la imagen.

Tratamiento del hipema

  • Reposo en cama con la cabecera de la cama elevada.

  • Un parche protector sobre el ojo

  • Colirios (gotas oftálmicas)

La persona con hipema debe ser examinada por un oftalmólogo (un especialista en la valoración y el tratamiento, ya sea quirúrgico o no, de los trastornos oculares) tan pronto como sea posible. Algunas personas con hemorragia grave o trastornos de la coagulación (que aumentan la probabilidad de hemorragia y resangrado) o que toman medicamentos para prevenir o tratar los coágulos (anticoagulantes) pueden necesitar tratamiento hospitalario.

El tratamiento consiste en descanso en cama con la cabecera elevada para favorecer que la sangre descienda. Se suelen administrar gotas oftálmicas (por ejemplo de atropina) para dilatar la pupila y para reducir la inflamación y minimizar la cicatrización en el interior del ojo (generalmente con corticoesteroides). Se coloca un parche protector sobre el ojo para prevenir una lesión mayor.

Los médicos miden la presión intraocular al menos una vez al día durante los primeros días. Este procedimiento indoloro se realiza con un instrumento denominado tonómetro. Si la presión es alta, las personas pueden tener náuseas, dolor de ojos y disminución de la visión. El oftalmólogo puede proporcionar gotas para los ojos, tales como las utilizadas para tratar el glaucoma para disminuir la presión. Durante algunas semanas hay que evitar la ingestión de aspirina (ácido acetilsalicílico) y de otros antiinflamatorios no esteroideos, puesto que predisponen a la hemorragia. Debido a que el hipema incrementa de por vida el riesgo de desarrollar glaucoma, los sujetos que lo han padecido deben someterse a una revisión oftálmica anual.

Si el sangrado es abundante o recurrente, un oftalmólogo puede administrar ácido aminocaproico o ácido tranexámico, unos fármacos que aceleran la coagulación de la sangre. En muy pocos casos, si el sangrado recurrente provoca un aumento de la presión ocular, habrá que drenar la sangre quirúrgicamente.

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