Atención médica durante el embarazo

PorRaul Artal-Mittelmark, MD, Saint Louis University School of Medicine
Revisado/Modificado may 2021 | Modificado sept 2022
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Datos clave

    Es importante que, cuando una pareja esté pensando en tener un bebé, acuda al médico o a otro profesional de la salud para que les asesore sobre la idoneidad del embarazo. Por lo general, el embarazo es muy seguro. Sin embargo, algunos trastornos pueden agravarse durante el embarazo. Además, en algunas parejas, el riesgo de tener un bebé con un trastorno hereditario es mayor.

    Tan pronto como una pareja está pensando en tener un bebé, la mujer debe empezar a tomar un complejo multivitamínico que contenga ácido fólico (folato) una vez al día. La cantidad más baja recomendada para las mujeres en edad fértil es de 400 microgramos, pero algunos expertos recomiendan tomar cantidades ligeramente superiores, como 600 o 800 microgramos. Estas dosis a menudo están disponibles en productos de venta sin receta, como las multivitaminas. El ácido fólico reduce el riesgo de tener un bebé con un defecto congénito de la médula espinal o del encéfalo (defecto del tubo neural). Las mujeres que hayan tenido un bebé con un defecto del tubo neural deben comenzar a tomar dosis mucho más altas de ácido fólico de las recomendadas: 4000 microgramos tan pronto como empiecen a pensar en tener otro bebé. Las dosis de 1000 microgramos o más sólo están disponibles con receta médica.

    ¿Sabías que...?

    • Las mujeres que están pensando en quedar embarazadas deben comenzar a tomar un complejo multivitamínico que contenga ácido fólico (que ayuda a prevenir ciertas malformaciones congénitas) en lugar de esperar hasta quedarse embarazadas.

    Si la pareja decide tener un hijo, deben conversar con el médico sobre los pasos a seguir para que el embarazo sea lo más saludable posible. La mujer debe preguntar al médico acerca de los factores que pueden afectar a su salud o a la salud del feto.

    Los factores o las situaciones que se deben evitar son:

    • Consumir tabaco o alcohol

    • Exponerse al humo de tabaco exhalado por otras persona, puesto que puede dañar al feto

    • Tocar arena de gatos o sus heces, a menos que estos animales no salgan de los límites de la casa y no se relacionen con otros de su misma especie, ya que el contacto puede transmitir la toxoplasmosis, una infección causada por un protozoo que daña el cerebro del feto.

    • Estar expuesto a altas temperaturas durante mucho tiempo

    • Exponerse a productos químicos o a vapores de pintura

    • Tener contacto con personas que padezcan rubéola (sarampión alemán) u otras infecciones que pueden dar lugar a anomalías congénitas.

    • Tener contacto con personas que padezcan varicela o herpes zóster, a no ser que la mujer cuente con los resultados de una prueba que muestre que ha tenido varicela con anterioridad y es inmune a ella.

    La varicela y el herpes zóster están causados por los virus del herpes. Durante el parto, estos virus pueden transmitirse al feto y provocar una enfermedad grave. También pueden originar neumonía, en ocasiones grave, en la mujer.

    Conocer y hacer frente a estos factores antes del embarazo contribuye a reducir el riesgo de problemas durante el mismo (véase Embarazo de alto riesgo). Además, la mujer puede hablar con el médico de su alimentación y de sus preocupaciones sociales, emocionales y médicas.

    Cuando una mujer visita al médico o a otro profesional de la salud antes de quedar embarazada, se le pueden aplicar las vacunas que necesite, como la vacuna contra la rubéola. Si ya no está tomando ácido fólico, los médicos pueden prescribir multivitaminas prenatales que contienen la dosis diaria recomendada de ácido fólico o una mayor cantidad de ácido fólico si la mujer ha tenido un bebé con una malformación del tubo neural. Si fuera necesario, se puede hacer un cribado genético para determinar si la pareja corre un riesgo aumentado de tener un hijo con un trastorno genético hereditario.

    Primera exploración

    Después de confirmar el embarazo, la mujer debe someterse a una exploración física, preferiblemente entre las 6 y las 8 semanas de embarazo. En ese momento puede calcularse en qué etapa se encuentra el embarazo, así como predecir la fecha del parto con la mayor exactitud posible.

    El médico pregunta acerca de los trastornos presentes y pasados, los fármacos que toma la mujer y detalles sobre embarazos previos, incluidos los problemas que se produjeron, como diabetes, abortos involuntarios y malformaciones congénitas. Muchos médicos suelen preguntar de forma rutinaria a la mujer sobre la violencia doméstica, es decir, sobre si está siendo maltratada mental, física o sexualmente por alguien con quien convive.

    La primera exploración física del embarazo es muy exhaustiva. Consiste en:

    • Medir el peso, la estatura y la presión arterial

    • Explorar los tobillos en busca de hinchazón

    • Exploración pélvica: durante esta exploración, se comprueba el tamaño y la posición del útero.

    • Análisis de sangre: se toma una muestra de sangre para su análisis. El análisis incluye la realización de un hemograma completo, de pruebas de detección de enfermedades infecciosas (como la sífilis, la hepatitis y el virus de la inmunodeficiencia humana [VIH]) y de pruebas para confirmar la inmunidad a la rubéola y a la varicela. Se determina también el grupo sanguíneo, incluido el factor Rh (positivo o negativo).

    • Análisis de orina: se toma una muestra de orina, y se analiza.

    • Prueba de Papanicolaou (citología cervicovaginal) o una variante: se toman muestras de tejido del cuello uterino para detectar un posible cáncer del cuello del útero.

    • Análisis para detectar infecciones de transmisión sexual (ETS): inmediatamente después de la prueba de Papanicoláu, se toma otra muestra de tejido del cuello uterino para detectar posibles infecciones de transmisión sexual, como la gonorrea o la infección por clamidias.

    También pueden hacerse otras pruebas, en función de la situación particular de cada mujer. Se pueden medir los niveles de hormona tiroidea en algunas mujeres (como las que han sufrido un trastorno tiroideo, diabetes, infertilidad o aborto espontáneo).

    Si la sangre de la mujer tiene Rh negativo, se lleva a cabo un análisis para detectar anticuerpos contra el factor Rh (véase Incompatibilidad de Rh). El sistema inmunitario de la mujer produce estos anticuerpos cuando su sangre Rh negativa entra en contacto con sangre Rh positiva, por ejemplo, de un embarazo anterior con un feto que tiene sangre Rh positiva. Los anticuerpos (llamados anticuerpos Rh) pueden destruir los glóbulos rojos de un feto con sangre Rh positiva y causarle problemas graves (incluso la muerte). Si se detectan anticuerpos con la antelación suficiente en la sangre de una embarazada, se pueden adoptar las medidas necesarias para proteger al feto. A todas las mujeres con Rh-negativo se les administra inmunoglobulina Rh(D) inyectada en un músculo a las 28 semanas de embarazo. También se les administra una inyección después de cualquier posible contacto entre su sangre y la del feto, por ejemplo tras un episodio de sangrado vaginal, una amniocentesis y después del parto. La inmunoglobulina Rh(D) reduce el riesgo de que los glóbulos rojos del feto sean destruidos.

    Las mujeres de ascendencia africana deben someterse a pruebas que detecten la posible presencia de anemia de células falciformes (anemia drepanocítica o drepanocitosis) o de algún rasgo drepanocítico, si no las han realizado con anterioridad. También se aconseja practicar pruebas cutáneas para detectar tuberculosis.

    ¿Sabías que...?

    • Durante el embarazo deben evitarse el tabaco, el humo del tabaco, los fármacos, el alcohol, la arena y las heces de gato y el contacto con personas que puedan tener varicela o herpes zóster.

    • Durante la temporada de gripe, todas las embarazadas deben vacunarse contra ella.

    Exploraciones de seguimiento

    Después del primer examen, una mujer embarazada debe visitar a su médico con la frecuencia siguiente:

    • Cada 4 semanas hasta las 28 semanas de embarazo

    • Luego cada 2 semanas hasta la semana 36

    • Luego, una vez a la semana hasta el parto

    En cada exploración se registran el peso y la presión arterial, así como el tamaño del útero, a fin de valorar si el crecimiento y el desarrollo del feto son normales. También se examinan los tobillos para detectar posibles hinchazones.

    El médico comprueba el latido cardíaco del feto. Por lo general se puede detectar alrededor de las 10 a 11 semanas con un dispositivo de ecografía Doppler manual. Cuando ya se ha detectado el latido cardíaco, el médico lo comprueba en cada visita para determinar si es normal.

    Asimismo, se debe practicar un examen de orina para medir la concentración de azúcar. La detección de azúcar en la orina puede indicar diabetes. Si la orina contiene azúcar, se realiza un análisis de sangre para detectar la diabetes tan pronto como sea posible. Incluso si la orina no contiene azúcar, se suele realizar a todas las mujeres el análisis para el tipo de diabetes que se desarrolla durante el embarazo (diabetes gestacional). Este análisis de sangre se realiza entre la semana 24 y la 28. Se mide el nivel de azúcar (glucosa) en la sangre al cabo de 1 hora de beber un líquido que contiene una cierta cantidad de glucosa (llamada prueba de tolerancia a la glucosa). Si la mujer tiene factores de riesgo para la diabetes gestacional, esta prueba se realiza al principio del embarazo, preferentemente antes de las 12 semanas.

    Los factores de riesgo para la diabetes gestacional son los siguientes:

    • Tener un sobrepeso importante (pesar más de 100 kg)

    • Diabetes gestacional o un bebé grande (con un peso de 4 kilos o más) en un embarazo anterior

    • Haber sufrido un aborto espontáneo sin causa aparente en un embarazo anterior

    • Familiares de primer grado (como madres o hermanas) con diabetes

    • Presencia de azúcar en la orina durante un largo periodo de tiempo

    • Síndrome del ovario poliquístico con resistencia a la insulina

    Si los resultados de la prueba inicial son normales, a dichas mujeres en riesgo se les repiten las pruebas entre las semanas 24 y 28.

    Además, en cada visita, se analiza la orina para medir la concentración de proteínas. La presencia de proteínas en la orina puede indicar preeclampsia (un tipo de hipertensión arterial que aparece en el embarazo).

    Se realizan análisis de sangre para detectar trastornos de la glándula tiroidea si las mujeres

    • Presentan síntomas de un trastorno tiroideo

    • Proceden de una zona donde se produce una insuficiencia de yodo de moderada a grave

    • Tienen familiares que han tenido un trastorno tiroideo

    • Han sufrido un trastorno tiroideo

    • Tienen diabetes tipo 1

    • Han tenido problemas de infertilidad, parto prematuro de un bebé o aborto espontáneo

    • Han recibido radioterapia en la cabeza o en el cuello

    • Son gravemente obesas

    • Tienen más de 30 años de edad

    Si se tiene un riesgo elevado de concebir un bebé con un trastorno genético, se pueden realizar pruebas diagnósticas prenatales.

    Ecografía

    La mayoría de los médicos opinan que debe efectuarse una ecografía, el procedimiento de diagnóstico por la imagen más seguro, al menos una vez durante el embarazo para comprobar que el feto se forma con normalidad y para verificar la fecha probable del parto. Por lo general, se realiza entre las 16 y 20 semanas de embarazo.

    En este procedimiento se coloca un dispositivo que emite ondas sonoras (transductor) sobre el abdomen de la mujer. Las ondas sonoras se procesan y se forma una imagen que aparece en el monitor. A veces, sobre todo al principio del embarazo, se usa un dispositivo de ultrasonidos que se introduce en la vagina. La ecografía produce imágenes de gran calidad, en tiempo real, que muestran al feto en movimiento. Estas imágenes proporcionan información útil al médico y tranquilizan a la mujer embarazada.

    La ecografía también se utiliza para:

    • Mostrar los latidos cardíacos del feto y así confirmar que está vivo a las 5 semanas de embarazo

    • Identificar el sexo del feto ya a las 14 semanas de embarazo

    • Detectar si la mujer está gestando más de un feto

    • Identificar anomalías, como una placenta mal ubicada (placenta previa), exceso de líquido en el saco que contiene el feto (polihidramnios) o una posición anormal del feto

    • Fechar el embarazo y, así, poder determinar si progresa con normalidad

    • Detectar posibles anomalías congénitas (a veces)

    • Detectar indicios de síndrome de Down (y de algunos otros trastornos) mediante la medida de la amplitud del espacio lleno de líquido situado detrás del cuello del feto (lo que se denomina translucencia nucal del feto).

    • Guiar la colocación de instrumentos durante ciertas intervenciones, como las pruebas diagnósticas prenatales

    Hacia el final del embarazo, la ecografía permite detectar una rotura precoz de las membranas llenas de líquido que contienen el feto. Por último, puede proporcionar información útil para decidir si es necesario practicar una cesárea.

    Otras pruebas de diagnóstico por la imagen

    Durante el embarazo no se debe realizar ninguna radiografía de forma rutinaria, a menos que sea necesario. En caso de que sea imprescindible, se debe proteger al feto colocando un delantal de plomo sobre la parte inferior del abdomen de la mujer para cubrir el útero.

    Inmunizaciones (vacunación)

    Los expertos recomiendan vacunar a todas las embarazadas contra el virus de la gripe en la estación en la que es más habitual.

    Las mujeres embarazadas pueden recibir la vacuna contra la hepatitis B si es necesario.

    Los expertos recomiendan una vacuna de refuerzo contra el tétanos, la difteria y la tosferina (Tdap) después de las 20 semanas de embarazo (preferiblemente entre las semanas 27 y 36) o después del parto, aunque las vacunas estén al día.

    Aunque la vacuna contra el COVID-19 no se ha evaluado específicamente en mujeres embarazadas, los expertos recomiendan que se pueda administrar a mujeres embarazadas que pueden optar a la vacunación y que no presentan contraindicaciones para la vacuna, como alergia a un componente de la misma. En Estados Unidos, la FDA (Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos) no ha aprobado el uso de ninguna vacuna, aunque algunas vacunas sí han sido autorizadas para uso de emergencia. (Véase también Centers for Disease Control and Prevention: COVID-19 Vaccination.)

    Las vacunas contra el sarampión, las paperas, la rubéola y la vacuna contra la varicela no deben administrarse durante el embarazo.

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