El consumo de sustancias entre los adolescentes puede ir desde la abstinencia a la experimentación, incluso hasta sufrir trastornos graves por consumo de sustancias. Todo el consumo de sustancias, incluso el consumo experimental, pone a los adolescentes en riesgo de sufrir problemas a corto plazo, tales como choques de vehículos a motor, peleas, actividad sexual no deseada y sobredosis. Los adolescentes que consumen sustancias presentan tasas más elevadas de infecciones de transmisión sexual (ITS) y son más propensas a desarrollar un trastorno por consumo de sustancias.
Los adolescentes son vulnerables a los efectos del consumo de sustancias y corren un mayor riesgo de desarrollar consecuencias a largo plazo, como trastornos de salud mental, bajo rendimiento en la escuela, mal funcionamiento en la edad adulta y mayores tasas de adicción, si consumen regularmente alcohol, cannabis (marihuana), nicotina u otras sustancias durante la adolescencia.
En muchas sociedades, el consumo de sustancias es una manera fácil para los adolescentes de satisfacer la necesidad normal de desarrollo que inclina a asumir riesgos y buscar emociones. No es sorprendente que el consumo de sustancias sea frecuente cuando los adolescentes crecen, y muchos adolescentes prueban el alcohol antes de graduarse de la secundaria. El consumo recurrente o continuo de sustancias es mucho menos frecuente, pero incluso el consumo ocasional de sustancias es arriesgado y no debe ser trivializado, ignorado o permitido por los adultos. Las actitudes de los padres y el ejemplo que dan con respecto al consumo de alcohol, tabaco, fármacos y otras sustancias ejercen una poderosa influencia en el adolescente.
El tipo de sustancias utilizadas por los adolescentes y su potencia varía en función de factores individuales, locales y nacionales. En Estados Unidos, el riesgo de desarrollar consecuencias tanto a corto como a largo plazo ha aumentado debido a una amplia gama de productos más potentes, adictivos y peligrosos, como los opiáceos con receta, los productos de cannabis de alta potencia, el vapeo de nicotina, el fentanilo y los cigarrillos electrónicos.
Una de estas consecuencias a corto plazo es el riesgo de sobredosis de drogas o sustancias. Una sobredosis se define como la ingesta excesiva y de una sola vez de una sustancia, como un medicamento, una droga ilícita o alcohol. Una sobredosis puede ser mortal. En Estados Unidos, el número de sobredosis entre los adolescentes ha ido en aumento debido a la mayor presencia de fentanilo producido ilegalmente. El fentanilo es más potente que la morfina o la heroína y cantidades menores de fentanilo pueden conducir a una sobredosis mortal. Los adolescentes que obtienen píldoras u otras sustancias falsificadas pueden no ser conscientes de que contienen fentanilo y de que corren el riesgo de sufrir una sobredosis.
La pandemia de la COVID-19 tuvo un impacto variable sobre el consumo de sustancias en los adolescentes. Durante los periodos de permanencia en el hogar, la tasa de adolescentes que comenzaron a consumir sustancias por primera vez disminuyó, pero, al mismo tiempo, la tasa de consumo excesivo aumentó porque algunos adolescentes que ya consumían sustancias aumentaron su uso como mecanismo para lidiar con el estrés.
Las sustancias que los adolescentes utilizan con mayor frecuencia en Estados Unidos son el alcohol, la nicotina (en productos de tabaco o de vapeo) y el cannabis.
(Véase también Introducción a los problemas de salud en los adolescentes.)
Consumo de alcohol en adolescentes
El alcohol es la sustancia consumida más a menudo por los adolescentes Monitoring the Future Survey on Drug Use (Encuesta para el seguimiento del futuro sobre el consumo de drogas) es un estudio a largo plazo sobre el consumo de sustancias por parte de los adolescentes estadounidenses realizado por el U.S. National Institute on Drug Abuse (Instituto nacional estadounidense sobre el abuso de sustancias). Esta encuesta realizada a alumnos de 12º grado informó que en 2023 el 46% de los adolescentes habían probado el alcohol en el último año, el 33% habían estado borrachos en el último año, el 24,3% habían consumido alcohol en los últimos 30 días y el 10% habían consumido más de 5 bebidas seguidas en las 2 semanas anteriores.
El consumo excesivo de alcohol también es frecuente y casi el 90% de todo el alcohol consumido por los adolescentes se produce durante una borrachera. Una borrachera se define como un patrón de consumo de alcohol que eleva la concentración de alcohol en sangre a 80 miligramos por decilitro (17,37 milimoles por litro). El número de tragos que dan lugar a una borrachera depende de la edad y el sexo y puede ser de solo 3 tragos a lo largo de 2 horas para las adolescentes más jóvenes. Sin embargo, debido a que los adolescentes a menudo beben alcohol directamente de la botella o se ponen ellos mismos las copas, el contenido de una copa para ellos puede ser mayor que el de una copa "estándar" para los adultos. Las borracheras ponen a los adolescentes en situación de riesgo de accidentes, lesiones, actividad sexual sin protección o no deseada y otras situaciones desafortunadas. Por estas razones, se debe disuadir a los adolescentes de que beban.
En algunas sociedades, la bebida se presenta en los medios de comunicación como un mecanismo aceptable, de moda o incluso como un mecanismo saludable para controlar el estrés, la tristeza o los problemas de salud mental. A pesar de estas influencias, los padres deben marcar la diferencia expresando unas expectativas claras a sus hijos sobre el alcohol, estableciendo límites de manera coherente y vigilándolos. Por otro lado, los adolescentes cuyos familiares beben en exceso piensan que este comportamiento es aceptable.
Algunos adolescentes que prueban el alcohol acaban desarrollando un trastorno relacionado con su consumo. Entre los factores de riesgo para ello se encuentran el hecho de empezar a beber a edad temprana y factores genéticos. Hay que procurar que los adolescentes con experiencia familiar de alcoholismo sean conscientes de que se encuentran expuestos a un mayor riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias y deben recibir asesoramiento y apoyo por parte de un profesional de la salud.
Consumo de tabaco en adolescentes
La mayoría de los adultos que fuman cigarrillos comienzan a fumar durante la adolescencia. Los adolescentes que prueban los cigarrillos a los 13 años o antes son más propensos que otros adolescentes a seguir fumando tabaco en la edad adulta.
Los productos combustibles de tabaco son productos que necesitan ser quemados para que puedan ser consumidos, por ejemplo, cigarrillos convencionales, cigarros puros y cachimbas. Las tasas de consumo de tabaco combustible entre los adolescentes se redujeron drásticamente en los años 90 y 2000 y continúan disminuyendo.
La encuesta Monitoring the Future Survey (Estudio para la Monitorización del Futuro) informó que, en 2023, alrededor del 2,9% de los estudiantes de 12º grado refirieron consumo actual de cigarrillos (fumados en los últimos 30 días), un porcentaje inferior al 28,3% de 1991. Solo alrededor del 0,7% de los estudiantes de 12º grado refirieron fumar todos los días.
Los factores de riesgo del tabaquismo en adolescentes son
Tener padres que fuman
Tener compañeros y modelos a seguir (como celebridades) que fuman
Vapear tabaco (un factor de riesgo para fumar cigarrillos convencionales)
Consumo de alcohol u otras sustancias
Trastornos de la salud mental o problemas de aprendizaje
Bajo rendimiento escolar
Disponibilidad de los cigarrillos
Baja autoestima
Fumar tabaco en pipa es relativamente poco frecuente en Estados Unidos. El porcentaje de personas mayores de 12 años que fuman puros ha disminuido.
Los adolescentes también pueden consumir el tabaco en otras formas. Aproximadamente el 2,5% de los estudiantes de 12º grado son consumidores actuales de tabaco sin humo. El tabaco sin humo puede ser masticado (tabaco de mascar), colocado entre el labio inferior y la encía (tabaco de chupar o mojar) o inhalado por la nariz (rapé).
Los padres contribuyen a evitar que el adolescente se convierta en fumador o utilice productos de tabaco sin humo ejerciendo el papel de modelos positivos (o sea, no fumando ni mascando tabaco), comentando abiertamente los riesgos del tabaco y animando a los adolescentes que fuman o mascan tabaco a dejarlo, incluso ayudándoles a buscar asistencia médica si es necesario.
Cigarrillos electrónicos (productos de vapeo)
Los cigarrillos electrónicos (e-cig, e-cigarrillos, vapers) son dispositivos que funcionan con baterías y que utilizan el calor para convertir un líquido en vapor que se puede inhalar. Estos líquidos suelen contener nicotina, que es el ingrediente activo del tabaco, o tetrahidrocannabinol (THC), que es el ingrediente activo del cannabis. Tanto la nicotina como el THC son adictivos. (Véase también Vapeo.)
Los cigarrillos electrónicos entraron inicialmente en el mercado como alternativas al tabaquismo para los fumadores adultos, y los modelos iniciales no fueron demasiado utilizados por los adolescentes. Desde entonces se han convertido en "vapeadores", que resultan muy atractivos y se han vuelto cada vez más populares entre los adolescentes a lo largo de los últimos años, especialmente entre los de estatus social y económico medio y alto. El consumo actual de cigarrillos electrónicos (vapeo de nicotina, sin contar otras sustancias) entre los estudiantes de 12º grado aumentó notablemente del 11% en 2017 al 25,5% en 2019. Sin embargo, según la Encuesta para el seguimiento del futuro, en 2023 el consumo de cigarrillos electrónicos disminuyó al 16,9%. Según esa misma encuesta, en 2023 aproximadamente el 22,1% de los estudiantes de 12º grado probaron los cigarrillos electrónicos (nicotina y otras sustancias).
Los cigarrillos electrónicos causan diferentes efectos negativos para la salud que fumar tabaco. Sin embargo, al igual que los cigarrillos normales, los productos químicos contenidos en los cigarrillos electrónicos pueden causar lesiones pulmonares. Las lesiones pulmonares pueden ser repentinas, graves o de larga duración y, cuando son más graves, mortales. Además, estos productos pueden suministrar concentraciones muy elevadas de nicotina y THC. El THC y la nicotina son altamente adictivos, y puede haber toxicidad. El vapor de los cigarrillos electrónicos que se inhala de forma pasiva expone a las personas afectadas a la nicotina y a otros productos químicos.
Los cigarrillos electrónicos representan, cada vez más, la forma inicial de exposición de los adolescentes a la nicotina, pero su efecto sobre la tasa de tabaquismo en adultos no está claro. Actualmente se desconocen los riesgos a largo plazo de los cigarrillos electrónicos.
Cannabis (marihuana)
La encuesta Monitoring the Future Survey (Estudio para la Monitorización del Futuro) informó que, en 2023, el 18,4% de los estudiantes de 12º grado eran consumidores actuales de cannabis, lo que supone una disminución respecto al 22,3% de 2019. Alrededor del 36,5% de los estudiantes de 12º grado refirieron haber consumido cannabis una o más veces en su vida. En 2010, la tasa de consumo actual de cannabis superó por primera vez a la tasa de consumo actual de tabaco.
El aumento más significativo en el consumo de cannabis corresponde al consumo de THC por vapeo. El número de estudiantes de 12º grado que informaron haber consumido THC con vapeo aumentó del 4,9% en 2017 al 14% en 2019 (véase también productos de vapeo). Este porcentaje disminuyó ligeramente hasta el 13,7% en 2023.
Otras sustancias
El consumo de sustancias distintas del alcohol, la nicotina y el cannabis durante la adolescencia es menos frecuente.
En la encuesta Monitoring the Future Survey (Estudio para la Monitorización del Futuro) de 2023, los siguientes porcentajes de estudiantes de 12º grado informaron haber consumido sustancias ilícitas una o más veces a lo largo de su vida:
Inhalantes (por ejemplo pegamento, aerosoles): 6,3%
Alucinógenos (por ejemplo LSD, fenciclidina [PCP], mescalina, setas): 6,6%
Cocaína: 1,3%
Metanfetaminas (sin receta): 0,6%
Heroína: 0,2%
Los medicamentos recetados que se utilizan de forma incorrecta con mayor frecuencia son los analgésicos opiáceos (narcóticos), los ansiolíticos, los sedantes y los estimulantes (por ejemplo, medicamentos utilizados para tratar el trastorno por déficit de atención/hiperactividad como metilfenidato y medicamentos similares).
Los medicamentos de venta sin receta que son objeto habitual de mal uso son los medicamentos contra la tos y el resfriado que contienen dextrometorfano. Los fármacos para la tos y el resfriado de venta sin receta que se adquieren con facilidad son considerados inocuos por parte de muchos adolescentes.
Incluso los adolescentes más jóvenes pueden probar las drogas o sustancias ilegales, y algunos informan haber consumido drogas o sustancias ilegales a partir de los 12 años de edad. Muchos adolescentes que experimentan con medicamentos de venta sin receta, con fármacos que requieren receta médica y con otras sustancias acaban desarrollando trastornos por consumo de sustancias.
Aunque el consumo de esteroides anabólicos es más frecuente entre los atletas, también los utilizan no deportistas. El uso de esteroides anabolizantes está asociado con numerosos efectos adversos. El cierre precoz de las placas de crecimiento en los extremos de los huesos, dando como resultado una baja estatura permanente, constituye un problema específico de los adolescentes. Otros efectos adversos son frecuentes tanto en adolescentes como en adultos.
Diagnóstico del uso de sustancias en adolescentes
Una evaluación médica, que incluye el cribado de rutina y el uso de herramientas de cribado
A veces, una prueba de detección de drogas
Existen signos físicos y de comportamiento que indican que un niño puede estar bebiendo alcohol o consumiendo sustancias. El hecho de conocer los signos puede ayudar a los padres y cuidadores a determinar si su hijo debe ser atendido por un profesional de la salud.
Algunos signos de comportamiento que indican posible consumo de sustancias:
Depresión o cambios en el estado de ánimo, cambio de actitud
Actuar paranoico, irritable o ansioso
Tener dificultades para mantenerse concentrado en una tarea o concentrarse
Robar, mentir
Volverse reservado, cerrar con llave la puerta del dormitorio
Cambio de amigos
Descenso del rendimiento escolar
Pérdida de interés en aficiones y actividades recreativas
Actuar de forma agresiva, enojada o irresponsable
Dormir más o menos de lo habitual
Faltar a la escuela, a los deportes o al trabajo
Algunos signos físicos que indican posible consumo de sustancias:
Mala higiene/cambio de aspecto
Ojos vidriosos, llorosos o inyectados en sangre
Pupilas más grandes (dilatadas) o más pequeñas (contraídas) de lo habitual
Hemorragias nasales frecuentes o secreción nasal
Úlceras en la boca, en los labios o en ambos
Cara hinchada
Pequeños cortes (debidos al uso de agujas) en brazos o piernas, uso de manga larga (incluso en climas cálidos)
Manos temblorosas o palmas frías y sudorosas
Dolor de cabeza (cefalea)
Molestar
Sacudidas o temblores
Pérdida de peso repentina
Los progenitores también deben preocuparse por el posible consumo de drogas o sustancias si encuentran drogas o parafernalia relacionada con las drogas (como vapeadores, pipas, jeringas y balanzas) entre las posesiones de sus hijos.
Durante las visitas rutinarias de atención médica, los padres deben esperar que el médico de su hijo haga pruebas de cribado para el consumo de sustancias mediante preguntas confidenciales sobre el consumo de tabaco/nicotina, alcohol y otras sustancias, incluyendo el mal uso de medicamentos recetados. Las técnicas de cribado se utilizan en adolescentes de 12 a 17 años de edad. Estas técnicas rápidas se las puede administrar el propio adolescente o bien puede administrarlas un médico u otro profesional de la salud. Las técnicas de cribado comienzan con preguntas sobre la frecuencia del consumo de tabaco, alcohol y cannabis durante el último año. Se generan preguntas adicionales relacionadas en función de las respuestas del adolescente. Las técnicas de cribado pueden ayudar a los médicos y a otros profesionales a valorar si un adolescente sufre un trastorno por consumo de sustancias o si corre riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias, implantar una intervención adecuada o solicitar una derivación para el tratamiento.
Las pruebas de detección de drogas (incluidas las pruebas caseras) pueden constituir una parte útil de una evaluación, pero tienen limitaciones significativas. Los resultados de un análisis de orina son a veces negativos en adolescentes que consumen drogas si la droga se ha eliminado del cuerpo antes de que la prueba se lleve a cabo, si la droga consumida no está contemplada en la prueba o si la muestra de orina ha sido contaminada. A veces, los resultados de las pruebas para descartar el consumo de drogas dan resultado positivo en los adolescentes que no han consumido drogas (falso positivo). No obstante, incluso un resultado positivo verdadero de la prueba no indica la frecuencia y la cantidad con la que se consume la sustancia y, por tanto, no puede discriminar entre los consumidores ocasionales y los que tienen problemas más graves.
Teniendo en cuenta estas limitaciones, el médico experto en esta área ha de determinar si la prueba para consumo de drogas es necesaria en un caso determinado. Cuando los progenitores respetan la confidencialidad de su hijo, facilitan la obtención por parte del médico de un historial preciso del consumo de sustancias y el establecimiento de una relación de confianza con su hijo. Estas relaciones son importantes porque se ha demostrado que incluso intervenciones muy breves por parte de los médicos y otros profesionales de la salud disminuyen el consumo de sustancias por parte de los adolescentes.
Tratamiento del uso de sustancias en adolescentes
Terapia adaptada para adolescentes
A veces medicaciones
Naloxona para la sobredosis de opiáceos
Si el médico sospecha un trastorno por consumo de sustancias, puede ser necesaria una derivación para una evaluación y un tratamiento. En general, para los adolescentes se puede emplear el mismo tratamiento utilizado para adultos con trastornos por consumo de sustancias, incluyendo tratamiento farmacológico y asesoramiento psicológico. Sin embargo, el tratamiento debe adaptarse a las necesidades de los adolescentes. Los adolescentes deben recibir asistencia mediante programas específicos y por parte de terapeutas especializados en el tratamiento de adolescentes con trastornos por consumo de sustancias y los adolescentes no deben participar en los mismos programas que los adultos.
Los adolescentes de 16 años o más que sufren un trastorno por consumo de opiáceos pueden recibir tratamiento con un medicamento llamado buprenorfina. Este medicamento actúa evitando los síntomas de abstinencia y reduciendo el ansia de droga o sustancia sin que la persona se sienta drogada o somnolienta. A veces, se pueden usar otros medicamentos.
Se dispone de fármacos terapéuticos para los adolescentes que se utilizan para tratar los síntomas de abstinencia o suprimir el ansia por el consumo de nicotina, THC y otras sustancias.
Los padres pueden tener una gran influencia positiva en sus hijos si les dan un buen ejemplo (como la moderación en el consumo de alcohol y la abstinencia en el consumo de drogas y sustancias recreativas), compartiendo sus valores y estableciendo altas expectativas con respecto a mantenerse al margen de las drogas o sustancias ilegales. Los padres también deben enseñar a sus hijos que los medicamentos con receta solo deben utilizarse según las indicaciones de un profesional de la salud.
Prevención de la sobredosis
La sobredosis es la tercera causa de muerte entre los adolescentes en Estados Unidos a pesar de la disminución del consumo de sustancias. Debido a esto, los profesionales de la salud pueden discutir con los adolescentes cómo prevenir la sobredosis causada por diversas sustancias como el alcohol y las drogas ilícitas.
Un medicamento llamado naloxona es el antídoto contra una sobredosis causada por una sustancia de la clase de fármacos llamados opiáceos (por ejemplo, codeína, oxicodona, morfina, fentanilo, y heroína).
El aerosol nasal naloxona se puede comprar sin receta médica en supermercados y farmacias en todo Estados Unidos y en algunos otros países. La administración de naloxona a personas de todas las edades, desde bebés hasta adultos mayores, es segura.
Más información
Los siguientes son algunos recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.
Al-Anon Family Groups: (Grupos familiares de Alcohólicos Anónimos): Acceso a recursos y apoyo para familiares y amigos de personas con un trastorno por consumo de alcohol
Alcoholics Anonymous (AA): (Alcohólicos Anónimos, AA): una asociación internacional de hombres y mujeres no profesionales que se apoyan mutuamente para enfrentarse y superar un problema con la bebida
American Lung Association: (Asociación estadounidense de neumología): niños y tabaquismo: recursos sobre cómo evitar que los niños fumen y cómo ayudar a los que fuman a dejar de fumar
Narcotics Anonymous (NA): (Narcóticos Anónimos, NA): recursos de apoyo y un programa de recuperación para personas adictas a las drogas o al alcohol
National Institutes on Drug Abuse (NIDA): (Institutos nacionales sobre el abuso de drogas y sustancias): Agencia de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos que tiene información específica para niños y adolescentes sobre cómo afectan las sustancias a su cerebro, datos sobre sustancias ampliamente utilizadas y enlaces a contenidos relacionados
Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA): Agency within the U.S. Department of Health and Human Services that leads public health efforts to reduce the impact of substance use and mental illness on America's communities