Reflujo gastroesofágico en niños

(Enfermedad por reflujo gastroesofágico [ERGE])

PorJaime Belkind-Gerson, MD, MSc, University of Colorado
Revisado/Modificado nov 2023
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Datos clave

El reflujo gastroesofágico es el desplazamiento retrógrado de alimentos y ácidos desde el estómago al esófago y, a veces, a la boca.

  • El reflujo puede estar causado por la posición del lactante durante la alimentación; por sobrealimentación; por exposición a cafeína, nicotina y humo del tabaco; por una intolerancia alimentaria o alergia; o por una anomalía del tracto digestivo.

  • Los lactantes pueden vomitar, escupir en exceso, tener problemas nutricionales o respiratorios, además de estar irritables.

  • Las pruebas que ayudan a los médicos a diagnosticar el trastorno son un estudio con bario, una sonda de pH esofágico, una gammagrafía de vaciado gástrico, una endoscopia y, a veces, una ecografía.

  • Las opciones de tratamiento incluyen fórmula espesa o hipoalergénica para la alimentación, postura especial, eructos frecuentes, a veces medicamentos y, en ciertos casos graves, cirugía.

(Para adultos, véase Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).)

Casi todos los lactantes tienen episodios de reflujo gastroesofágico, que se caracterizan por la regurgitación de líquidos o alimentos, por lo general poco después de comer y, a veces, cuando se les facilita el eructo. El reflujo empeora de forma característica durante los primeros meses de vida hasta alcanzar un máximo hacia los 6 o 7 meses de edad, para luego disminuir gradualmente. Casi todos los lactantes con reflujo lo superan hacia los 18 meses de edad.

El reflujo gastroesofágico se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) cuando

  • Afecta la alimentación y el crecimiento

  • Daña el esófago (esofagitis)

  • Deriva en problemas respiratorios (como tos, sibilancias o interrupción de la respiración)

  • Se prolonga más allá de la lactancia, hacia la infancia.

Causas de reflujo gastroesofágico

Los lactantes sanos sufren reflujo por muchas razones. La banda muscular circular situada en la unión del esófago con el estómago (esfínter esofágico inferior) evita normalmente que el contenido del estómago retroceda al esófago (véase Introducción al esófago). En los lactantes, puede ocurrir que este músculo no esté completamente desarrollado o que se relaje cuando no debe, permitiendo que el contenido del estómago pase hacia atrás (reflujo), hacia el esófago. Comer tumbados o acostarse después de comer favorece el reflujo porque la gravedad no puede evitar que el contenido del estómago retroceda hacia el esófago. La sobrealimentación y la enfermedad pulmonar crónica hacen que los lactantes sean más propensos al reflujo a causa del aumento de la presión en el estómago. El humo del tabaco (como fumador pasivo) y la cafeína (en refrescos o a través de la leche materna) relaja el esfínter esofágico inferior, facilitando el reflujo. La cafeína y la nicotina (en la leche materna) también estimulan la producción de ácido, por lo que, si hay reflujo, este será más ácido.

Una alergia alimentaria, mayoritariamente la alergia a la leche de vaca, o una intolerancia alimentaria también pueden contribuir al reflujo, aunque se trata de causas menos frecuentes.

Otra causa menos frecuente de reflujo es el vaciado lento del estómago (gastroparesia). En la gastroparesia, los alimentos permanecen en el estómago durante un período de tiempo más largo, lo que hace que la presión en el estómago permanezca elevada. La presión elevada en el estómago provoca reflujo.

Los trastornos hereditarios del metabolismo como la galactosemia y la intolerancia hereditaria a la fructosa y las anomalías anatómicas, como el estrechamiento del esófago, la obstrucción parcial del estómago (estenosis pilórica) o la posición anómala de los intestinos (rotación anómala), pueden, inicialmente, confundirse con el reflujo porque provocan episodios recurrentes de vómito. Sin embargo, estas anomalías son más graves y evolucionan con vómitos y otros síntomas de obstrucción, como dolor abdominal, apatía y deshidratación.

Síntomas de reflujo gastroesofágico

En lactantes, los síntomas más obvios de reflujo gastroesofágico son

  • Vómitos

  • Regurgitación excesiva de comida

En los niños pequeños, los sìntomas más frecuentes son

  • Dolor torácico

  • Dolor abdominal

  • A veces, ardor de estómago o acidez (una sensación de quemazón detrás del esternón)

En los adolescentes, el síntoma más frecuente es el mismo que en los adultos:

  • Pirosis

Complicaciones del reflujo

En algunos lactantes, el reflujo causa complicaciones y se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Estas complicaciones son

  • Irritabilidad debida al malestar estomacal

  • Problemas de alimentación que pueden provocar un crecimiento deficiente

  • "Espasmos" de torsión y posturas que pueden confundirse con convulsiones

Con menos frecuencia, pequeñas cantidades de ácido del estómago pasan a la tráquea (aspiración). El ácido en la tráquea y en las vías respiratorias produce tos, sibilancias, interrupción de la respiración (apnea) o neumonía. Muchos niños con asma también tienen reflujo. Como consecuencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) aparece también dolor de oídos, ronquera, hipo y sinusitis. Si el esófago se irrita significativamente (esofagitis) es posible que se produzca una hemorragia que derive en anemia por falta de hierro. En otros casos, la esofagitis produce un tejido cicatricial que estrecha el esófago (estenosis).

Diagnóstico del reflujo gastroesofágico

  • Estudio con bario

  • Sonda de pH esofágica o sonda de impedancia

  • Estudio del vaciamiento gástrico

  • Endoscopia digestiva alta

  • Ecografía del abdomen

A menudo no se necesitan pruebas para diagnosticar el reflujo gastroesofágico en los lactantes o niños más mayores que sólo presentan síntomas leves, como regurgitaciones frecuentes (en lactantes) y ardor de estómago (en niños más mayores). Sin embargo, si los síntomas se complican, se realizan varias pruebas.

El tránsito baritado (papilla baritada) es la prueba más frecuente. El niño traga una papilla baritada, un contraste radiopaco que resalta el tubo digestivo para hacerlo visible en la radiografía. Aunque esta prueba ayuda al médico a confirmar el diagnóstico de reflujo gastroesofágico, lo más importante es que permite identificar alguna de sus posibles causas.

Una sonda medidora del pH esofágico (pH-metría esofágica) es un tubo fino y flexible con un sensor en la punta que mide el grado de acidez (pH). Los médicos pasan la sonda por la nariz del niño, deslizándola por la garganta hasta el final del esófago. El tubo se deja en ese lugar habitualmente durante 24 horas. En condiciones normales, los niños no tienen ácido en el esófago, así que, si el sensor detecta ácido, es signo de reflujo. Los médicos a veces utilizan esta prueba para ver si los niños con síntomas como la tos o la dificultad respiratoria tienen reflujo.

La sonda de impedancia es muy similar a la sonda de pH esofágico, pero puede detectar reflujo ácido y no ácido. Esta sonda se utiliza en niños que están tomando medicamentos que inhiben el ácido estomacal para ver si todavía tienen reflujo, si el reflujo está asociado a otros síntomas y para confirmar el funcionamiento de los fármacos para disminuir el reflujo ácido.

Se realiza un estudio de vaciamiento gástrico para determinar con qué rapidez se vacía el estómago. En un estudio de vaciamiento gástrico (escáner con leche), el niño ingiere una bebida (como leche, leche materna o fórmula) que contiene una pequeña cantidad de material ligeramente radiactivo. Este material es inofensivo para el niño. Una cámara especial o un escáner altamente sensible a la radiación detecta dónde se encuentra el material en el organismo del niño. La cámara puede ver la rapidez con la que el material sale del estómago y si hay reflujo, aspiración o ambos.

En la endoscopia digestiva alta, se administra sedación al niño y se introduce un pequeño tubo flexible con una cámara en el extremo (endoscopio) a través de la boca hasta el esófago y el estómago. El médico puede realizar una endoscopia digestiva alta para ver si el reflujo ha provocado un daño al esófago (esofagitis), una úlcera, una irritación o si hace falta obtener una muestra para una biopsia. La endoscopia también puede ayudar a determinar si los síntomas del reflujo no se deben a algo distinto, como una alergia, una infección o la enfermedad celíaca. La broncoscopia es una prueba similar en la que el médico utiliza un endoscopio para examinar la laringe y las vías respiratorias. La broncoscopia ayuda al médico a decidir si el reflujo es una causa probable de trastornos pulmonares o respiratorios.

Se puede hacer una ecografía abdominal a los lactantes que vomitan con fuerza, especialmente a aquellos que han perdido peso y presentan complicaciones de deshidratación. La ecografía puede ayudar a los médicos a determinar si la válvula muscular situada entre el estómago y el intestino delgado (llamada píloro) es normal o si el lactante puede tener estenosis pilórica.

Tratamiento del reflujo gastroesofágico

  • Para evitar la regurgitación en los lactantes, los padres pueden emplear una fórmula espesa, una posición especial y facilitar eructos frecuentes

  • Para los lactantes, cambiar la dieta de la madre

  • Para los lactantes alimentados con fórmula, un ensayo con una fórmula hipoalergénica

  • Otras medidas para reducir el reflujo

  • A veces medicaciones

  • En raras ocasiones cirugía

El tratamiento del reflujo depende de la edad del niño y de los síntomas que presenta.

Los médicos tranquilizan a los padres de los lactantes que presentan solo una leve regurgitación al eructar y les informan de que no está sucediendo nada grave. Pueden recomendarse la abstención de tratamiento o sugerir medidas como espesar la leche maternizada, posturas especiales y frecuente expulsión de gases. La leche maternizada puede espesarse añadiendo de 1 a 3 cucharaditas de cereal de arroz por cada 30 mL. La tetina debe buscarse con apertura transversal para permitir que fluya la leche espesada. Para dar de comer a los lactantes con reflujo hay que mantenerlos incorporados o semiincorporados (no sentados) y hacer que permanezcan en esa posición durante 20 a 30 minutos después de la toma (el hecho de sentarse aumenta la presión sobre el estómago y no es beneficioso). Además, hacer eructar al bebé después de cada 30 a 60 mL puede ayudar a disminuir la presión en el estómago expulsando el aire que el niño traga.

La alergia a la leche de vaca puede ocurrir incluso en lactantes y puede causar enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Las madres pueden intentar no beber leche de vaca durante varias semanas y ver si da resultado.

A los lactantes alimentados con fórmula les puede resultar eficaz un ensayo de 2 a 4 semanas con una fórmula hipoalergénica porque pueden tener una intolerancia alimentaria o una alergia. La fórmula hipoalergénica incluso puede ser útil para los lactantes que no sufren alergia alimentaria porque ayuda a que el estómago se vacíe más rápido.

Debido a problemas de seguridad, los médicos ya no recomiendan levantar la cabecera de la cuna o de la cama. Los médicos recomiendan que los lactantes duerman boca arriba. Esta posición reduce el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).

Los niños mayores deben también evitar comer de 2 a 3 horas antes de acostarse, tomar bebidas carbonatadas y las que contengan cafeína, tomar determinados fármacos (como los que tienen efectos anticolinérgicos), comer determinados alimentos (como chocolate o alimentos grasos) y comer en exceso.

Todos los niños deben mantenerse alejados de la cafeína y del humo del tabaco.

Medicamentos para el reflujo

Si los cambios de alimentación y las medidas posturales no controlan los síntomas, los médicos prescriben fármacos. Se dispone de varios tipos de fármacos para el reflujo:

  • Los que neutralizan el ácido

  • Los que inhiben la producción de ácido

  • Los que mejoran la motilidad del tubo digestivo (fármacos favorecedores de la motilidad [procinéticos])

Los antiácidos son fármacos que neutralizan el ácido del estómago. Estos fármacos actúan rápidamente para aliviar los síntomas, como el ardor de estómago.

Los niños con una enfermedad más grave pueden necesitar la administración de medicamentos que inhiban la producción de ácido. La reducción del ácido gástrico disminuye los síntomas y permite que el esófago se cure. Hay dos tipos de fármacos inhibidores del ácido, los bloqueantes de la histamina (H2) y los inhibidores de la bomba de protones. Los bloqueantes de la histamina (H2) no reducen la producción de ácido tanto como los inhibidores de la bomba de protones.

Los fármacos procinéticos (como la eritromicina o el baclofeno) pueden ayudar a aumentar la velocidad de vaciamiento gástrico. La mejora en el vaciamiento gástrico debería disminuir la presión gástrica, haciendo menos probable el reflujo. Los fármacos inhibidores del ácido y los fármacos que favorecen la motilidad pueden ser eficaces para los bebés que sufren gastroparesia.

Cirugía para el reflujo

Con muy poca frecuencia, el reflujo no desaparece después de intentar los fármacos y es tan grave que los médicos recomiendan la cirugía. El procedimiento quirúrgico más frecuente es la fundoplicatura. En este procedimiento, el cirujano envuelve la parte inferior del esófago con la parte superior del estómago para estrechar la unión entre ambos y reducir el reflujo.

Algunas causas anatómicas de reflujo, vómitos o ambas también pueden tener que corregirse quirúrgicamente.

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