Las revisiones médicas anuales (también llamadas visitas del niño sano) permiten que los médicos y otros profesionales de la salud evalúen el crecimiento físico y la maduración sexual (pubertad) del adolescente, además de brindarle asesoramiento y consejo. Las revisiones médicas anuales para los adolescentes comienzan a los 11 años y continúan hasta alrededor de los 21 años.
Las revisiones médicas rutinarias también incluyen la supervisión de la cartilla de vacunación y la administración de las vacunas recomendadas.
También se anima a los adolescentes a realizar actividades deportivas, artísticas y de voluntariado. La mayoría de los médicos entrevistan y examinan a los adolescentes en privado, aunque se invita a los padres a comunicar y compartir inquietudes y a recibir asesoría y consejo al principio o al final de la visita.
(Véase también Desarrollo de los adolescentes y Problemas en los adolescentes.)
Exploración
En cada visita, se pueden hacer pruebas de detección y se pueden administrar vacunas según el calendario establecido.
La altura, el peso y la presión arterial del adolescente se miden en cada visita de salud anual. El médico también lleva a cabo una exploración física completa.
Cuando los niños se convierten en adolescentes, ciertas áreas del cuerpo requieren un examen más detallado. Por ejemplo, el examen de la piel para detectar acné, la evaluación de la pubertad y el examen de la espalda para detectar escoliosis son particularmente importantes en la adolescencia.
La exploración pélvica no suele ser necesaria en las adolescentes, pero puede ser apropiada si presentan ciertos problemas, como sangrado vaginal o secreción, o si se sospecha abuso sexual. La exploración pélvica puede incluir una exploración de los genitales externos (denominados vulva o labios) o, si es necesario, una exploración interna.
El médico puede instruir a las chicas sobre la autoconciencia de las mamas para familiarizarse con el aspecto y la sensibilidad habituales de sus mamas. Si las chicas notan cambios en la apariencia o el tacto de sus mamas (por ejemplo, masas, engrosamiento o aumento de tamaño), deben consultar a un médico. A las chicas no se les aconseja hacerse rutinariamente una autoexploración mamaria, por ejemplo cada semana o cada mes, porque no se ha demostrado que sea un método eficaz de cribado del cáncer de mama.
A los adolescentes varones de más edad se les hacen pruebas para la detección de masas testiculares y a los niños varones de todas las edades se les explora para la detección de hernias inguinales. El médico puede educar a los varones adolescentes sobre la autoexploración testicular para identificar masas.
Cribado
A todos los niños entre 9 y 11 años de edad se les debe realizar una prueba de la concentración de colesterol en sangre y dicha prueba debe repetirse entre los 17 y los 21 años de edad. Se pueden recomendar pruebas más frecuentes para los niños pequeños y adolescentes con obesidad o aquellos con antecedentes familiares de colesterol elevado o enfermedades del corazón.
Los adolescentes son examinados para detectar factores de riesgo de tuberculosis (TB) mediante un cuestionario en todas las visitas del niño sano. Los factores de riesgo incluyen la exposición a la tuberculosis, el hecho de haber nacido o haber viajado a zonas del mundo donde la tuberculosis es frecuente (países distintos de Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda y países del oeste y el norte de Europa), tener un familiar que sufre tuberculosis y tener progenitores o contactos cercanos que son inmigrantes recientes procedentes de una zona donde la tuberculosis es común o que han estado recientemente en la cárcel. A los niños que presentan factores de riesgo se les suelen realizar pruebas de detección de tuberculosis.
Cuando los adolescentes ya son sexualmente activos, los médicos pueden hacerles pruebas de cribado anuales para infecciones de transmisión sexual (ITS), como gonorrea y clamidia. El cribado se realiza utilizando muestras de orina o muestras tomadas del recto, la uretra, el cuello uterino o la garganta.
Los médicos pueden someter al adolescente a pruebas de cribado para la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) al menos una vez entre los 15 y los 18 años de edad. Las pruebas de detección del VIH deben realizarse cada año en adolescentes sexualmente activos, adolescentes que sufran otra ITS o adolescentes que consuman o hayan consumido drogas inyectables. El cribado se realiza con una muestra de sangre.
Por regla general, las pruebas de cribado para el cáncer de cuello uterino comienzan a la edad de 21 años. El cribado se realiza con muestras de células tomadas del cuello uterino (Prueba de Papanicolau).
Todas las personas deben someterse a pruebas de detección sistemática de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) al menos una vez entre los 18 y los 79 años de edad. Las personas con mayor riesgo de infección por el VHC, incluidas las que han usado o usan actualmente fármacos inyectables, deben someterse a pruebas para detectar la infección por el VHC y ser reevaluadas cada año. El cribado se realiza con una muestra de sangre.
La mayoría de las revisiones rutinarias de salud incluyen entrevista de evaluación y consejo psicosocial. La entrevista de evaluación incluye preguntas relacionadas con el entorno del hogar, logros académicos y metas, actividades y pasatiempos, participación en conductas de riesgo, salud mental y salud emocional. Por lo general, el asesoramiento gira en torno al desarrollo físico y psicosocial, estilos de vida saludables y prevención de lesiones.
Seguridad
Se habla acerca de la prevención de lesiones con los adolescentes. Los consejos suelen enfocar una amplia gama de temas como
La importancia de ponerse el cinturón de seguridad
Los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol, o de escribir mensajes electrónicos mientras se conduce
Los peligros del desarrollo de un trastorno por consumo de drogas o alcohol
Peligros asociados a internet y apps y precauciones adecuadas
La evitación de la violencia
Nutrición y ejercicio
El sobrepeso y la obesidad son frecuentes en los Estados Unidos y están asociados con enfermedades cardíacas y diabetes de tipo 2. Para combatir el riesgo de obesidad, los padres deben seguir proporcionando a los adolescentes alimentos sanos y limitando el consumo de alimentos poco saludables. La ingestión excesiva de refrescos y de zumos se ha catalogado como uno de los factores que más contribuyen a la obesidad.
La inactividad está directamente relacionada con la obesidad. El tiempo que transcurre frente a la pantalla (por ejemplo, la televisión, los videojuegos, los teléfonos móviles y otros dispositivos portátiles, además del tiempo no educativo que se pasa en la computadora) puede provocar inactividad y obesidad. La limitación del tiempo que un niño pasa usando dispositivos con pantallas debe comenzar desde el nacimiento y mantenerse durante la adolescencia. La participación en el deporte y la actividad física debe seguir fomentándose incluso en la adolescencia.